Capítulo 2: (CARPER) El panda y el charlatán

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Si me lo preguntan, las fiestas siempre son la mejor parte de las vacaciones. Sobre todo, las que organizan las casas de la zona residencial vecina, donde habitúa gente con mucho más dinero que todos nosotros juntos.

Desde el cuarto de Alex, puedo escuchar cómo discute con su hermana. A él nunca le gustó que Gaby se moviera por esos espacios. Nunca entendí si es porque se siente invadido, porque la sobreprotege o ambas.

Sin embargo, ambos sabemos que si Gaby quiere ir a esa fiesta, va a encontrar la forma de ir a esa maldita fiesta.

—Gritan demasiado —protesta Hudson, tapándose los oídos con una almohada.

—Ya deberías estar acostumbrado.

Alex entra dando un portazo. La derrota está clara en su expresión, así que ninguno hace preguntas al respecto. Ya veremos qué sucede por la noche.

—¿Las chicas vinieron este verano? —inquiero, buscando despejar su mente.

—¿Te refieres a Susan, Harley y Kim? Sí. Me las crucé en la playa ayer. Susan dice que te echa de menos.

Aquello me hace reír.

—No sé si puedo decir lo mismo, pero admito que me sube el ego.

—¿Por qué no le respondías los mensajes?

—No pensé que te había contado esa parte. —Suspiré. —Los estudios me mantuvieron muy ocupado. Además...

—¿Además?...

Se enciende un cigarrillo y le da una calada. Me lo ofrece, pero lo rechazo negando con la cabeza.

—Es complicado.

—Las mujeres son complicadas —corrige mi hermano.

—Eso lo dices porque has estado enamorado por años de la misma chica —le responde Alex. —Pero algún día tendrás que aceptar que Maya no va a fijarse en ti, compañero.

—¿Y si no quiero hacerlo? ¿Y si quiero seguir luchando?

—Hay causas por las que no vale la pena luchar. Si lo aceptaras, podrías tener a la mujer que quieras. Maya es solo una niña... igual que Gabriella. —Su semblante cambia cuando se acuerda de la pelea previa. —Maldita Gaby... —susurra entre dientes.

En realidad, Alex y Gaby solo se llevan un poco más de dos años. Sin embargo, a veces pareciera que, en su mente, el tiempo se congeló cuando su hermana tenía cinco.

—Tengo una sugerencia. —Me pongo de pie para que me presten atención. —Disfrutemos de esta noche sin preocupaciones. El verano apenas comienza, y no nos volveremos a ver durante el resto del año.

Asienten con la cabeza para mostrar que están de acuerdo y, ahora con el ambiente más ligero, comenzamos a prepararnos.

—Aún quiero que nos cuentes qué pasó con Susan —me dijo Alex tras un breve momento de silencio, pasándose una camiseta roja por la cabeza.

—Ya me conocen. A veces me aburro muy rápido de la gente. Susan fue algo pasajero, creí haberle dejado en claro eso, pero parece que no lo comprendió.

—Parecía muy decepcionada.

—Supongo que debe estarlo. Pero no es como si ella no se hubiera estado acostando con otros mientras yo estaba en Sydney. Eso no me lo creo. Ambos hemos hecho nuestra vida, y está bien, porque lo nuestro no significó nada.

—Bueno, pero esta noche...

—Veremos qué pasa.

Deja que fluya —comenta Hudson y pongo los ojos en blanco.

De las cosas que nunca pudimos decirnos (‹‹Serie ADV 1››) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora