Ninguna circunstancia sería capaz de arruinar el día que tengo por delante.
Ni siquiera bajar y encontrarme a Carper desayunando en mi sofá como si fuera el de su casa logra amargarme. Me dirijo directo a la cocina y me siento de un salto en la mesada, no sin antes tomar una manzana, balanceando los pies en el aire.
—Buenos días, panda —lo oigo decir, pero no le respondo.
Hoy es un día especial, y no me lo va a arruinar.
Mamá entra con una gran sonrisa que ya sé lo que significa, pues trae los tan esperados paquetes entre las manos.
—Hola, cariño. ¿Sabes lo que tengo?
—Por supuesto. ¡Nuestras camisetas!
Cada año, para el torneo, mamá y papá nos consiguen camisetas lilas con nuestros nombres en la espalda. Es una tradición que hemos iniciado desde que comenzamos a participar. Mi hermano y sus amigos, como no podía ser menos, también tienen las suyas, pero son de color rojo. De hecho, cuando Alex ingresa y arroja un bowl y una cuchara a la bacha, ya tiene puesta la suya.
—Buenos días a ti también —le digo de mala gana aunque, claro, me ignora.
Parece una cadena donde todos nos ignoramos entre sí. No me voy a quejar. Por lo menos no hay gritos ni peleas desde temprano.
Después de desayunar, me pongo mi bikini más cómoda, unos shorts deshilachados y, justo cuando termino de pasarme la camiseta por la cabeza escucho que alguien llama a la puerta principal. Como imagino de quiénes puede tratarse, voy dando saltitos y la abro, pero no son mis amigas las que están del otro lado.
—¿Will?
—Hola. Linda camiseta.
—Gracias. ¿Viniste a ver a mi hermano? Pasa. Está con el idiota en...
—No, no. En realidad, vine a verte a ti.
—¿A mí?
—Sí. Pensaba que quizás querrías ir a almorzar antes de que comience el torneo. Pero si tienes planes con las chicas, no hay problema.
—No tenemos nada planeado. Me encanta la idea.
Elegimos una hamburguesería bastante concurrida y nos sentamos en una mesa pegada a la ventana que deja una vista exclusiva de la playa.
¿Ya he mencionado cuánto adoro el verano?
—Gracias —decimos al mismo tiempo cuando el mesero nos deja las cartas.
—¿Qué vas a querer? —inquiere, mientras sus pupilas navegan sobre el papel.
—No sé...
—Esa hamburguesa con bacon suena deliciosa.
—Sí, tienes razón.
—Pero la de palta también.
—También.
—Mierda, esto es más difícil que elegir qué carrera universitaria quiero seguir —protesta, y no puedo evitar reírme. —Escoge por los dos.
—Mmm... —Le echo una ojeada meticulosa al menú y siento a Will observarme como si mi decisión fuera lo más importante del mundo. —La triple con cheddar.
—Que sean dos triples con cheddar, entonces.
En cuestión de minutos, nuestro almuerzo ya está frente a nosotros. Will es el primero en probar bocado y sonrío con diversión cuando restos de queso se quedan acumulados en sus comisuras.
—Tienes un poco de... eh... —Señalo mi boca.
—Oh, sí. Perdón, es que estaba muy ocupado probando este pedazo de cielo. Es la puta gloria.
ESTÁS LEYENDO
De las cosas que nunca pudimos decirnos (‹‹Serie ADV 1››) ©
RomanceGaby y Carper se odian. Él es insufrible. Ella, intolerante. Pero la verdad oculta es otra: ella ha estado enamorada desde siempre del mejor amigo de su hermano. Sin embargo, se ha prometido que este verano será diferente. Buscará amor en otras part...