Capítulo 5: (GABY Y CARPER) ¿Cuánto tarda en sanar un corazón?

1K 68 15
                                    

GABY

No estoy segura de cuánto tarda en recuperarse un corazón roto.

Según leí, la ciencia considera que una persona promedio tarda tres meses en asumir lo que rompió su corazón. Sin embargo, se olvida de un factor muy importante y contraproducente: la negación.

¿Por qué estuve enamorada de Carper Kennedy si sabía que lo nuestro nunca iba a funcionar?

La respuesta es simple. Porque solía creer que sí podía funcionar algún día, lejano o cercano, y estaba dispuesta a esperar mientras le escribía cartas escondida en mi cuarto.

Pero ya no soy esa niña obsesionada con el amigo de su hermano. En lo que va del verano, he terminado de corroborar que Carper no es más que un hombre promedio con masculinidad frágil y jamás sería capaz de tratar con una mujer como yo, y siente la necesidad de humillarme cada vez que encuentra la ocasión.

No más. Estoy harta de esta situación.

Así que, no sé cuánto tiempo tarda en recuperarse un corazón roto, pero a la mierda lo que diga la ciencia. No voy a esperar otro verano para olvidarme de él.

. . . . . . . . .

Siempre me consideré una persona madrugadora. Es por eso que, con los años, desarrollé la costumbre de salir a correr por la playa temprano para iniciar mi día con un poco más de energía.

En los días previos no lo hice, un poco por flojera, pero hoy, jueves, decido que ya es momento de recuperar los viejos hábitos. Me coloco un short deportivo, la parte de arriba de la bikini, me ato el pelo en una coleta alta y salgo de casa.

Nunca fui una persona muy deportista, pero el paisaje matutino playero me motiva a serlo.

El cielo está teñido de lila y algunas gaviotas lo cruzan en bandadas. El mar todavía se encuentra en calma, apenas motivado por la suave brisa.

Atravieso los juncos para bajar a la playa y, antes de iniciar mi carrera, me coloco los auriculares. La primera canción que suena es Plastic Hearts de Miley Cyrus.

Una hora más tarde, mis pulmones ya están prendidos fuego y siento una pequeña gota deslizarse por mi frente. Creo que ya es momento de regresar.

Me quito el pantalón, las zapatillas y los auriculares y los dejo en una zona cercana antes de encaminarme hacia el mar. Me detengo cuando me llega por la cintura.

Tras nadar un rato, emprendo mi retorno a casa, satisfecha y despierta. Ahora un deslumbrante sol brilla sobre mi cabeza y, para mi fortuna, estoy lo suficientemente empapada de agua gélida como para que me de calor.

No me sorprende que, al llegar, mi familia ya está desayunando.

—Buenos días, hija —me saluda papá. —¿Saliste a correr?

—Así es. —Dejo los auriculares y el teléfono sobre la mesa. —Ya tenía que recuperar ciertas costumbres.

—Te dejamos tu desayuno en la heladera —dice mamá.

Le sonrío en agradecimiento y me siento frente a la mesada con ellos. Alex, como no puede ser de otra manera, está concentrado en su teléfono. Mamá y papá no le dicen nada.

Ah, pero si fuera yo...

Hay muchas cosas que me molestan de mi hermano. Empezando por las diferencias que nuestros padres hacen solo porque nos llevamos dos años. Siguiendo por su sobreprotección selectiva. Y digo selectiva porque la otra noche, cuando su querido amigo me humilló, ni se le ocurrió defenderme. Pero, cuando le conviene, me cuida como si siguiera teniendo cinco años. ¡No tiene sentido!

De las cosas que nunca pudimos decirnos (‹‹Serie ADV 1››) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora