The Strokes me acompaña mientras bajo hacia la playa, controlando mi respiración y contando los kilómetros que recorro. La suave brisa me golpea el rostro. Siento una gota de sudor deslizándose por mi frente y la aparto con el dorso de mi mano. Estoy a punto de romper mi récord y mi cuerpo lo sabe.
Me detengo al llegar al muelle. No esperaba encontrar a Carper sentado, de espaldas, con mirada ausente. Dudo que haya notado mi presencia pero, cuando estoy a punto de irme, lo oigo.
—Hoy saliste más tarde de lo normal.
—¿Cómo lo sabes?
—Bueno, sueles salir a correr a eso de las ocho. Son las nueve.
—¿Me controlas por mi hermano?
—No, sólo es una observación.
No sé por qué, pero me siento a su lado. El ambiente parece calmado.
—Estás callado y no dices idioteces, qué milagro —intento bromear. Sin embargo, la preocupación me embarga cuando no responde. —¿Qué pasa?
—Nada, estoy en un momento de reflexión. Todos los tenemos. No soy sólo una cara linda, ¿sabes?
Pongo los ojos en blanco, y decido no insistir en el tema, aunque tengo la sensación de que no se trata de eso.
Es entonces cuando noto la botella de agua que sostiene entre sus manos.
—¿Sales a correr?
—Desde ahora sí, parece. —Se pone de pie y me mira por primera vez. Detesto el revoltijo que sufre mi estómago. Trato de convencerme de que se debe a cualquier cosa menos a sus ojos. —Mañana sal a la misma hora de siempre. No voy a esperarte de nuevo.
—¿Esperarme? —Frunzo el ceño, levantándome también. —Nadie te ha pedido que me esperes. Para empezar, nadie ha dicho que quiera correr en compañía.
—Vamos, correr a solas es de lo más aburrido.
—Para nada. Escuchar música y el sonido de las olas mientras sientes la brisa en tu rostro es una de las sensaciones más satisfactorias.
—En fin, mañana a las ocho.
Abro la boca para responder, pero ya se ha dado la vuelta y se ha alejado trotando.
Odio que sienta que puede tener algún tipo de poder sobre mi vida. Quizás así es porque, durante un tiempo, se lo hice creer. Pero ya no más. No tengo por qué permitir que me maneje como un títere, que venga y aplaste mi corazón cuando se le dé la gana. Puede que su familia sea dueña de una riqueza que la mía no posee, pero eso no lo convierte en dueño de lo que a él le plazca.
Mucho menos de una chica que lo único que ha hecho a lo largo de los años fue pedirlo como deseo en cada cumpleaños.
Esa época ya se ha acabado. La Gaby que hubiera hecho lo imposible porque Carper la mirara ya no existe.
Decido dejar de darle espacio en mis pensamientos a algo que no vale la pena y me dirijo a Denny´s para la tarea que me propuse el día de hoy, pues ahora es cuando dejo de ser una deportista madrugadora para ser una espía profesional.
—¡Gaby! —Cuando me siento, Val se acerca a mí con una sonrisa radiante. Entre las manos lleva una libreta y tiene puesto un delantal con el logo del restaurante. —¿Cómo estás?
—Muy bien, aunque con mucho calor.
—Sí, el clima es perfecto para estar en la playa todo el día. ¿Qué vas a ordenar?
—Oh… eh… Una hamburguesa doble.
—Un horario particular para dicho menú. —Arruga la nariz con diversión y lo anota. —Enseguida sale.
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De las cosas que nunca pudimos decirnos (‹‹Serie ADV 1››) ©
RomanceGaby y Carper se odian. Él es insufrible. Ella, intolerante. Pero la verdad oculta es otra: ella ha estado enamorada desde siempre del mejor amigo de su hermano. Sin embargo, se ha prometido que este verano será diferente. Buscará amor en otras part...