Capítulo 12: (Carper) Mentiras y verdades

566 43 23
                                    

Los gritos de mamá llegan desde la cocina hasta la habitación. Adela se refugia entre mis brazos, tapándose los oídos. Es una niña fuerte, lo ha demostrado sobre todo en el último tiempo, pero hay cosas que prefiero que no tenga que oír ni presenciar.

—¡No, no podré prohibirte que hables con ellos, pero ni siquiera mereces hacerlo! 

Nadie más que Alex sabe la verdadera razón por la que papá no nos acompañó en estas vacaciones. Y así es mejor. Mamá no quiere que “la reputación de la familia” se vea afectada.

—Vete a la mierda —es lo último que la oigo decir antes de que comience a sollozar.

—Quédate con Hudson —le indico a Adela, beso su frente y me dirijo a la cocina.

Mi madre está encogida sobre la mesada, con el rostro entre las manos. Sin decir nada, la atraigo a mi pecho y la abrazo. 

—¿Por qué nos hace esto? —gimotea, como si yo tuviera la respuesta, como si alguien la tuviera. 

Aprieto la mandíbula. La atraigo más hacia mí y beso su cabello.

La realidad es que, desde lo sucedido, la relación entre mi padre y yo pende de un hilo. A diferencia de Hudson y Adela, que todavía mantienen contacto con él, a pesar del dolor que la situación les genera. 

Me es imposible fingir que nada está sucediendo. Sobre todo cuando soy el hermano mayor y, además de tener que ver a mi madre sufrir, debo ponerme los pantalones y ser fuerte por los resquicios que quedan de mi familia. 

—Iré a caminar un rato por la playa.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, no. Tranquilo. Necesito estar a solas. Invita a Alex y a Will.

—¿Estás segura?

—Claro, cariño. —Me besa la mejilla, acunándome la otra con la mano. —Gracias.

La veo salir por la puerta, con un suspiro. Por más que quiera fingir que nada de esto me afecta, con el paso de los días, me va consumiendo.

. . . . . . . . .

—¿Qué pasa? Estás un poco perdido.

Alex me ofrece su cigarrillo, pero lo rechazo negando con la cabeza. Estamos sentados al borde del muelle y nuestros pies cuelgan sobre el murmullo del mar. 

—Nada, solo estaba pensando.

—¿Volvieron a discutir?

—Puede.

Sus labios se tuercen y le da una calada a su cigarro. Nunca fue bueno consolando a las personas, pero ya estoy acostumbrado a ello y sé que no es porque no quiera ni lo intente, sino porque, sencillamente, no puede.

—Qué putada.

—No importa. Hablemos sobre otra cosa.

—Mañana es el cumpleaños de Gaby. Haremos un almuerzo con todas las familias primero, y una fiesta por la noche. ¿Vienes, no? Invité a Susan y su grupo.

¿Susan en la fiesta de Gaby? Ellas dos pertenecen a mundos paralelos. No estoy seguro de que Gaby sepa que ella va a asistir, ni de si la idea le agradaría si lo supiera.

—Allí estaré.

—No sabía qué regalarle. No pude comprarle nada.

En estos momentos es cuando se nota lo poco que se conocen los hermanos Norman. 

—Regálale una de esas blusas juveniles que tanto le gustan. La adorará.

—Sí, parece una buena idea. Gracias. 

De las cosas que nunca pudimos decirnos (‹‹Serie ADV 1››) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora