Capítulo 42

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Lágrimas se resbalaban por mis mejillas, rodando colina abajo hasta desaparecer en mi cuello. El caos en la sala era descomunal. Mi cuerpo mallugado por los golpes y la arrastrada por lo que se sintió como kilómetros temblaban mientras la magia era arrancada lentamente de mi cuerpo. No entendía cómo después de tanto tiempo seguía siendo posible arrancarme más poderes, me sentía como un tanque sin fondo, pero si me fijaba en la reina naturaleza con su piel lechosa y cabello verdoso rosando el amarillo seco de una flor, ella llevaba mucho más tiempo que yo en este hueco del infierno.

La respiración caliente de la serpiente de fuego detrás de mi impactaba directamente contra mi nuca, el único calor presente en la sala. Nuestros cuerpos habían sido amarrados mucho más arriba que antes, mis dedos apenas rozaban el agua del lago de vez en cuando.

El brillo de la daga en un colchón dorado encandilaba mis ojos. Sarah resplandecía bajo la atención de todos, una mariposa roja que succionaba la sangre de los cuerpos de todos hasta dejarlos secos con sus mascaras negras. No podía entender la razón para utilizar mascaras después de mostrarse a ellos mismos tan orgullosos de sus terribles personalidades.

La Madre Naturaleza no apartaba su mirada de la daga desde el momento que dos demonios la dejaron sobre el podio con el colchón dorado. Velas de un intenso color rojo fueron esparcidas por toda la sala, iluminando las paredes y las marcas sobre las rocas. Los símbolos desconocidos brillaban cada vez que alguien se acercaba mucho a las paredes, casi invitándolos a que los tocaran.

Sarah hizo una gran fiesta solo para demostrarles su otra de arte, de lo que había logrado. La Serpiente de Fuego resopló detrás de mí, los vellos en mi cuerpo se estiraron de nuevo, mis ojos abriéndose en su totalidad. El animal esperaba a que las rocas nos succionaran toda la magia para por fin tener su más esperada merienda y, al parecer el final de la Madre Naturaleza estaba tan cerca como el agua a mis pies.

Mi pecho ardía, era un dolor tan profundo que no se podía tratar de los cortes en mi piel. Sev seguía sin llegar, seguía atrapada en aquel lugar y no conseguía la forma o energía de salir. Pensé que al irme apresuraría las cosas, Perséfone conseguiría a su hijo, Diona y Anwa conseguirían la forma de destruir la daga con la flor y Sev lograría rastrear a Sara.

Había olvidado completamente todos esos cincuenta años que la estuvo buscando mucho antes de hacer un pacto conmigo.

Ayúdame por favor, Dios.

Alguien haga algo.

¡Por favor! ¡Alguien!

¡Necesito uno de tus ángeles!

Después de dieciocho años soportando la tortura y odio de mis padres de mi antiguo mundo, pensé que sabría cómo soportar todo el dolor de nuevo, pero estaba equivocada. No era un objeto, lamentablemente era una humana que se podía romper fácilmente.

¡No me dejes sola de nuevo! No otra vez, no podré soportarlo.

¡Seré una buena persona!

¡Haré lo que quieras!

¡Por favor, respóndeme!

El aliento caliente de la serpiente volvió a chocar repetidas veces contra mi cuerpo, se estaba burlando de mí, de mis plegarías y tontas lágrimas. En el pasado, mis oraciones al cielo nunca fueron escuchadas hasta aquella fatídica noche... ¿Por qué Sev no volvía a hacer lo mismo? ¿De verdad lo había calculado todo mal?

Abrí lentamente mis ojos de nuevo, al parecer la sala se llenó más en el poco tiempo que tuve mis ojos cerrados, con las criaturas chocando sus hombros unos con otros a cada segundo. Chispas comenzaron a danzar frente a mí, mis cejas se fruncieron creando un gran dolor en mi cabeza. La Madre Naturaleza parecía completamente ajena a ellas; giré mi cabeza para mirar sobre mi hombro a la Serpiente de Fuego. ¿Estaba finalmente comenzando a ver cosas?

Danza FloralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora