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El juez al fin tenía la resolución en mano, todo estaba en silencio.

—La decisión del jurado es unánime, se declara al señor Keigo Takami culpable del asesinato de la menor Keigo Kaori, se le condena a cadena perpetua sin derecho a fianza y por el cargo de abuso físico en contra de su anterior Omega se le condena a 10 años más— dictó el juez

Izuku se giro para mirar a quien una vez fue la persona a quien amo, lo vio ser escoltado por los dos héroes

—Lo llevarán al tartaro— le informo Katsuki haciendo que Izuku lo mirara— no pueden tenerlo en una prisión común, aunque su traslado lo más seguro es que sea en una semana o dos, mientras tanto tendrá vigilancia exclusiva

—Es deprimente— soltó Izuku— Keigo arruinó su vida y la de muchos más solo por…no sé, no puedo siquiera entenderlo— susurro Izuku.

Katsuki asintió, al menos ahora el rubio tendría lo que merece.

—Hay que ir a casa— le dijo a Izuku y este dibujo una media sonrisa antes de asentir.

Izuku caminaba a la salida de los juzgados cuando una mano se cerró en su muñeca, se asunto girando con miedo, era una chica la que sostenía su muñeca.

—Lo siento— pidió ella soltandolo de inmediato— he sido parte de la audiencia del juicio desde el primer día, le entregué hace un tiempo un regalo a tu alfa— hablo bajito la mujer

Izuku la miro curioso, el peluche rosa que estaba en la oficina de Katsuki en casa.

—Ese día iba con mi hermana, fue una coincidencia, recién había comprado los regalos, planeaba dartelos aquí pero lo vi a él y creí que era mejor así— soltó ella ahora con un pequeño sonrojo en su mejilla— Solo quería decirte en persona que entiendo tu dolor y me alegra que tuvieras justicia, tuviste la ayuda de tu alfa y eso es maravilloso— soltó mirando al suelo— por desgracia muchos omegas no podemos obtener la justicia que deseamos por qué estamos solos, nuestra voz aún no se escucha aunque prediquen que ahora tenemos derechos— ella soltó un suspiro y miro a Izuku, los ojos grises de la mujer estaban llenos de lágrimas que comenzaron a caer silenciosas— podría darte un abrazo?

Izuku asintió con un nudo en la garganta, ella se aferró a él con fuerza, como si durante mucho tiempo estuviera esperando un contacto igual para terminar de romperse, y él la entendió, nadie mejor que alguien que ha sufrido el mismo dolor puede entender el vacío que se siente, la sensación de tener tu alma desgarrada.

—No estás sola tampoco— susurro Izuku apretándola más a él— ahora me tienes a mi también, tu lo dijiste, nuestras princesas ahora juegan juntas— Izuku se alejo un poco y sonrió limpiando las lágrimas de la mujer— y ahora nos tenemos el uno al otro.

—Nakamura Shia— dijo ella mirando al peliverde— Gracias en verdad muchas gracias

—A ti, ese regalo fue, no tengo palabras, llegó en el momento justo, espero nos veamos más, me gustaría que conocieras a mi cachorro cuando nazca, y a mi pequeño— susurro Izuku

Shia se despidió de Izuku luego de que él le pidiera su número telefónico, una pequeña sensación se fue de su pecho, la justicia estaba hecha para él, ojalá ella hubiese tenido la misma suerte pues el monstruo que le arrebató su vida seguía allá afuera, libre.

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La comisión heroica hacía mucho tiempo que había intentado tener bajo su control al gobierno, de esa forma ciertas cuestiones no serían cuestionadas por nadie, razón por la que trataban de ganar favores con gente de altos mandos.

Su mejor arma eran los alfa para meterse con omegas de rango, Keigo tenía una misión, Izuku, el gobierno tenía sus ojos sobre él, sus aportaciones podrían ser de gran ayuda, sin duda lo necesitaban en el lugar correcto, por ello cuando llego a Shield la orden fue directa, que no llegará a más, aún así, en el proceso Keigo podía asegurar que realmente estaba encantado con el peliverde, sin embargo sentirse atado a él lo llevó a odiarlo, aunque debajo de esa fachada, había cierta satisfacción al sentir poder sobre otro

Pero eso comenzó con Shiro, cuando lo golpeó la primera vez se sintió extraño, no había remordimiento y lo volvió a hacer, para cuando llegó a Izuku aquel gusto ya era parte suyo.

Aún así jamás pudo lastimar a Joro, su lobo la adoraba.

Y luego ese Omega, maldijo bajito, lo había marcado para deshacerse de Izuku y también para colocarse en la cima, era el hijo de un pez gordo en el gobierno, era el pase que la comisión necesitaba para tener lo que quería, y si él se los daba, el reconocimiento y el poder que obtendría sería mucho más de lo que soño.

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—Me alegra que vaya a la cárcel por un pequeño tiempo— el Omega sabía que Keigo estaba ahí por conveniencia aun así le dejó jugar, Keigo había cometido muchos errores, uno de ellos ya no tenía voz en este mundo. Y era alguien a quien él adoraba.

Lazos (BkDk) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora