Capítulo Tres.

394 53 29
                                    

Las palabras de Jia no abandonan mi cabeza en todo mi camino a casa, parece que están ahí de forma permanente porque por más que quiera hacerlas desaparecer, más me gritan al oído

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las palabras de Jia no abandonan mi cabeza en todo mi camino a casa, parece que están ahí de forma permanente porque por más que quiera hacerlas desaparecer, más me gritan al oído.

Todavía no cuadra dentro de mi cabeza una cosa. Hyunjin puede ser todo, menos alguien que se descuida a sí mismo y a su alfa, independientemente de la situación en la que se encuentre.

Pienso que me hubiese ahorrado este problema si le hubiese dicho a Jia que lo deje encerrado dentro de una jaula para que se eviten los problemas que dice que ocasiona. De esa forma no me hubiese metido en esta situación.

Sin embargo, y aunque no lo quiera, estoy preocupado.

Jia ha logrado que nazca una preocupación dentro de mí y en contra de mí voluntad, quiero decir, ¿tan estúpido es Hyunjin para ir a esos lugares a ponerse piercing y a tatuarse solo porque le da la gana en celo?

Díganme otra cosa estúpida que me crea.

Paso las manos por mi cabello y camino a la puerta de la casa. Afuera hay demasiado ruido de los vecinos cortando madera y haciendo otras cosas. Hay una construcción cerca y simplemente no quiero quedarme más tiempo afuera como si lo que estaban haciendo al otro lado fuera la cosa más interesante, aunque ni siquiera les estoy mirando.

Estamos muy cerca de la semana de exámenes en el colegio, así que debo ponerme a estudiar en casa para no tomar mis libros a cinco minutos del examen como estaba acostumbrado a hacer Jisung. Si me preguntan cómo es que ha llegado a donde está ahora, mi respuesta es un retundo no lo sé.

Introduzco las llaves en la cerradura de la puerta y entro a la casa. El ambiente que hay adentro es cálido después del poco aire helado que hay afuera. Un olor rico a café con leche se esparce por el recibidor y no puedo contener las ganas de buscar el lugar de donde proviene ese aroma. Aunque es obvio, viene de la cocina.

También se siente el aroma del pan con canela. Mi madre está cocinando con la gabacha que le ayudé a pintar a Lani para regalo del día de las madres del año pasado. Le queda bien, aunque para mí está bastante manchada de pintura en partes aleatorias.

Sonrío, acercándome a ella por detrás, para sorprenderla.

—¡Hola, mamá! —le digo.

Ella se da la vuelta con los ojos grandes debido a su sorpresa. Sus manos tienen la masa del pan y su mejilla tiene pequeñas manchas de harina. Suelto una risa sin poder contenerme.

—¡Me asustaste! —Alega mientras se da la vuelta y vuelve a amasar la masa.

—¿En dónde está Lani? ¿Ya vino de la escuela? —pregunto, dándole un dulce que he sacado de la bolsa de mi saco. Se lo dejo junto a la esencia de piña que tiene a un lado.

—Claro que ya vino, es muy tarde.

Se gira para verme. Me da una mirada que siento que puede perforar mis huesos y aspira como si quisiera lograr que por medio de tal acción se dibujase una especie de película de todo lo que hice afuera de casa.

OMEGA NEGADO © #HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora