Capítulo Dieciséis.

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Siempre me han dado miedo los hospitales, y la clínica no es la excepción

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Siempre me han dado miedo los hospitales, y la clínica no es la excepción.

—Sangre de tipo positivo, no tiene alergias y eso nos alegra joven Felix, ¿qué piensa de la dosis?

Parpadeo un par de veces, no he prestado atención al médico por estar observando las paredes. Hay tantos diplomas y certificados que comienzo a marearme de todos los que hay. Doy una vuelta en la silla giratoria y pongo los pies en el tubo para sostenerme, quedándome quieto.

—¿Puede repetir todo?

El hombre asiente, volviendo a sacar su lapicero del bolso.

—No podremos realizarle la cirugía. —Busca algo en la gaveta de su escritorio y saca dos hojas del portafolio, donde también hay más hojas. —Sin embargo... están estos formularios que puede leer y llenar si está de acuerdo; es una dosis inyectable en dos etapas que son la primera fase de la cirugía, cada una debe tener distancia entre tres meses y luego de la última dosis, esperar seis meses más para la cirugía.

—¿Y eso qué quiere decir?

El médico hace un mohín con los labios, pero luego sonríe.

—Las dosis funcionan como supresores permanentes, pero que, irán desapareciendo a tu omega.

Frunzo los labios, mi estómago se llena de una fuerza intensa, escucharlo de otra persona suena horrible.

—Eso quiere decir... —No acabo, el medico me extiende las dos hojas.

—Puedes encontrar todo aquí, lo positivo y lo negativo, sabes que todo tiene que pasar por algo y la medicina también tiene sus cosas negativas.

Asiento.

—Una de las a positivas son que el aroma natural puede despejarse, por lo que, si consumes supresores para ocultar tu aroma, la inyección puede hacer ese efecto en quince días después de su suministro. Y una de las negativas es que no en todos funciona igual, a veces, puede haber celos sin avisos, ¿cuándo le toca el celo?

Levanto la mirada de las hojas.

—En unas semanas.

—Entonces tienes que estar al tanto, la primera dosis no oculta tus celos, así que seguirás pasando por ello porque no es nada más que una dosis para borrar tu aroma.

—¿Y Boky... y mi lobo?

—...Él irá desapareciendo su comunicación con usted.

Tuerzo los labios. Bokye ni siquiera se comunica conmigo.

—Doctor, ¿y si mi lobo no puede comunicarse conmigo?

—Ese es el punto, con la dosis él no podrá hacerlo más.

—Me refiero a que no lo hace, nunca lo ha hecho.

El hombre junta las cejas con desentendimiento al escuchar mis palabras.

OMEGA NEGADO © #HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora