Capítulo Veintiuno.

367 41 69
                                    

Representan una tarde de esas que son admiradoras, aquellas por las que te detienes para capturar un recuerdo del cielo, o cuando lo miras y te sorprendes de lo asombroso que puede ser el mundo al tener un cielo tan bello como ese. Para mí puede que sus ojos signifiquen lo hermoso de una tarde naranja, me recuerdan al otoño y a la miel dulce que se huele en la temporada de primavera. Cada vez que puedo verlos, también soy capaz de ver mi pequeña silueta dibujada en sus pupilas, delicado como el golpe del sol contra la piel de su brazo.

Me gustan las tardes naranjas, las noches y las estrellas. Puede que también me gusten sus ojos, no hay día en el que no veo sus ojos y sonrío por la expresión de su mirada al verme, aunque algunas veces es diferente.

Hay momento que me ven serios, y cuando me ve, así como ahora, considero que es una metáfora extraña entre la tarde y la noche, solo con su mirada.

La tarde me gusta, pero cuando salen las estrellas, me gusta más, cuando el cielo se llena de estrellas brillantes en el inmenso cielo, así como la luz pasa a dibujar brillos por su mirada, y cuando disfruto cada sensación que me recorre al verlo... Es impresionante.

No tengo que estar afuera para ver las estrellas.

Sus toques son extrañamente adaptables. Queman durante un instante y para el otro, solo se hace un tatuaje de su tacto en mi piel. Incluso si soy capaz de abrir los ojos, noto la delicadeza con la que sus pestañas tocan la piel de sus mejillas, puedo ver sus labios carmesís concentrados en lo que hacen y sus mejillas rojas debido al calor del momento. Así, aunque tenga una tarde naranja frente a mis ojos, también conozco las primeras estrellas.

Es tan extraño, tan difícil de creer. Pero su taco que se siente en la piel de mi brazo y que se aferra a mi cabello me dicen que esto es tan real.

Sus manos bajan por mis brazos hasta tomar las mías, sus labios hacen contacto chispeante contra los míos otra vez.

Intento ver el calor de su cara, pero extrañamente, sus ojos pasan de ser tan claros como el ocaso a ser nublados como una noche de lluvia, no sólo oscura, también fría y gris.

Me separo con un extraño dolor en la espalda. El sonido del golpe se escucha por toda la habitación cuando mi espalda toca la pared al separarme.

Abro los ojos. Y veo oscuridad.

Me tardo al menos un minuto para darme cuenta de que no es la pared, sino el piso.

Ya no puedo ver sus ojos, ni su rostro, ni siquiera logro sentir el calor de su cuerpo junto al mío porque me doy cuenta de que todo ha sido un sueño. Mi corazón asustado comienza a alertar a todo mi cuerpo de lo que acaba de pasar. He caído de la cama.

—Joder, ¿estás bien? —La voz adormilada de Jeongin me hace suspirar con un tipo de extraña desilusión, definitivamente fue un maldito sueño. —¿En dónde estás? —pregunta luego con confusión al no encontrarme en la cama, y por el sonido del colchón sé que está buscándome.

Me ahorro la respuesta, no puedo emitir ni sonidos de queja por el golpe, solo sigo en blanco, con la imagen del sueño pasando por mi cabeza como cinta que no quiere avanzar.

La cabeza de Jeongin se asoma a la orilla de la cama, pero sus ojos adormilados ni siquiera se molestan en mostrar el asombro por ver a su amigo en el suelo.

—Haz silencio, no me dejas dormir. —Se queja y luego vuelve a su lugar en la cama.

Suelto un suspiro. Me siento en el piso y paso mis manos por mi cara con frustración.

Si no es Bokye, es Hyunjin.

Uhg. No puedo dormir en paz sin que se aparezcan por mis sueños.

Trato de seguir durmiendo cuando vuelvo acomodarme sobre la cama, pero es difícil, porque cada vez que mis ojos se cierran, la imagen de su cara sonrojada, sus ojos fijos en mí, y sus labios carmesíes vuelven a aparecer tan cerca de mí, ese recuerdo del sueño y las sensaciones por mi cuerpo reaparecen. Entonces no puedo seguir durmiendo, porque inmediatamente quiero volver a despertar, es decir, ¿por qué no puede dejarme en paz ese recuerdo?

OMEGA NEGADO © #HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora