Capítulo Diez.

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Esta es mi segunda entrega del día. Son las diez de la mañana y pese a que el sol del día alumbra penetrando su calor a través de las hojas de los árboles y mi cuerpo se cubre por una sudadera, sigo teniendo frío.

No fui a clases porque después de aquella pelea que tuve con mi madre anoche, me dispuse a llorar demasiado para sacarlo todo. Pensé que encontré una oportunidad para llorar por las veces en las que no lo hice.

Lloré por aquella vez que papá se fue, dejando de lado todo lo que un día prometió y se quedó en funestas promesas que terminaron volviéndose una mentira.

Lloré por lo que pasó en la tarde con Jisung y por todo lo demás que no me atrevería a enlistar porque sería una lista sin final. Fue una mezcla entre lágrimas de cólera, de tristeza, de decepción y frustración. Sólo dejé de hacerlo porque me cansé de llorar. Y porque de alguna forma nuestras lágrimas se agotan; que después de que un grifo se abra en tus ojos, ya no queda nada más. Sin embargo, siento que si no existiera un fin en el agua que encuentra la puerta de nuestros ojos, hubiese llorado toda mi vida por cosas que siento, por cómo me siento y la culpa que de alguna forma me persigue todos los días por algo que todavía no comprendo.

Pero mientras me veía a mí mismo entre la oscuridad de mi cuarto, al pie de mi cama mientras me aferraba a mi pecho con el labio temblando y me repetía a mí mismo mis decisiones con vista a un futuro; pensaba en mi presente, pensaba en mi actualidad, sin embargo, mientras más pensaba, menos lograba comprenderlo.

Es como ahora.

Mientras más pienso, menos comprendo.

Y de repente, en medio de tanta penumbra oscura en una noche que no olía a flores amargas, dejé de hacerlo al no encontrarle sentido a la razón de mis pensamientos.

Siempre quise que mi padre me quisiera por lo que fuera, no por lo que él quería que fuera. Creo que no tengo culpa de haber sido así de débil en el deporte. No fui ese primer hijo que hubiese deseado, lo sé. No fui ese hijo al que le hubiese gustado llevar al bar un sábado por la noche para hablar de omegas, o mujeres en general; en aquel entonces no lograba controlar lo que sentía al ser declarado lo que soy. Desde niño quise ser un hijo de quien pudieran mis padres enorgullecerse. Pero ahora menos controlo lo que siento y pese a que tengo claro que quizá el rechazo de mi padre ha funcionado como algún tipo de influencia para mí, ya no hay nada que yo pudiera hacer para reparar lo que he decidido, debido a que he hecho lo que siempre desee hacer. Lo mejor es dejar todo atrás y fingir que no pasó para esperar lo que depara un futuro al que no puedo ver.

Siempre pensé que había crecido en un ambiente sano porque mis padres nunca hicieron algo que hubiese considerado algo malo. Pero eso se debía a mi inexperiencia, era tan solo un niño el cual sus opiniones no valían nada sobre un adulto como mi padre. Para mi padre la representación del agradecimiento de un hijo hacia ellos es importante, y parece que él cree lo mismo con su forma de "amar" a sus hijos. Parece ser suficiente con haberte tenido, cuidado y dado todo para no descubrir las agonías de un día con hambre. Y está bien, sin embargo, pienso que como los humanos que somos, debemos recibir el cariño de todas las formas que existen en este mundo.

No pensé y no pienso que, entre ellos, mis padres, se haya interpuesto otra persona el cual les haya hecho tomar la decisión de separarse. Papá trabajaba cerca, nunca viajaba tanto como ahora, pero, así como he dicho, no pienso en eso porque desde que la naturaleza me otorgó aquel destino, fue cuando inició todo.

Entonces suelo pensar que le avergüenzo.

Claro que ha convivido un poco conmigo, palabras como un "¿cómo te va en la escuela?" Pero debido a su ausencia, yo no le tengo la misma confianza.

OMEGA NEGADO © #HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora