2. Bestias indomables

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Su tío había ganado la copa, todo el mundo estaba enloqueciendo. Sky se mordió el interior de la mejilla mientras su padre, su tío, su hermano y el padre de Dakaria bebían cerveza que olía terrible y festejaban la victoria

– supongo que también deberíamos alegrarnos por nuestro futuros jinetes – Sky abrió mucho los ojos cuando su padre extendió su vaso rebosante de alcohol hacia él y Dakaria, quienes partirían al día siguiente, a primera hora de la mañana, hacia la academia de jinetes de Arcadia

– ¡Por Sky y Daka! – grito su hermano, haciendo que el joven Skroll se encogiera en su lugar, mientras su amiga sonreía, como hacía cada vez que alguien que admiraba le daba un poco de atención. Era algo un poco molesto en ella, pero podía entender su necesidad de complacer a los demás

Luego de un rato, cuando Dakaria y su padre ya se habían marchado, Leonard, su hermano, le paso los dedos por el pelo para llamar su atención

– ¿Preparado para tu gran día pequeñito? – pensó en contestar que no, que ni siquiera quería ir a la academia, pero su hermano estaba borracho y muy ilusionado porque su hermanito sería como él, no quiso decepcionarlo

Se mordió la lengua y sonrió, como el niño bueno que esperaban que fuera

– Claro – otra vez, la única que se preocupó acerca de la mentira fue su madre, a quien vio por encima del hombro de su hermano, tratando de sonreír para tranquilizarla. Sabía que, si se lo pedía, no lo enviaría a aquel lugar, pero temía decepcionar a sus hermanos, a su padre, a su tío, a sus abuelos e incluso a Dakaria, quien también creía que estaba profundamente emocionado por asistir a la academia

Durante la noche, mientras todos dormían, termino de hacer sus maletas y observó su armario casi vacío con tristeza, extrañaría su habitación

Sabía que podía regresar en vacaciones y fines de semana que tuviera permitido, pero aun así extrañaría aquel lugar, extrañaría a su madre, quien se quedaría en el continente mientras que él, sus hermanos y su padre estaban en la isla de los dragones, donde se encontraba la academia

Durante tres años, su padre y sus hermanos se habían convertido en visitantes esporádicos por su hogar. El resto de los días, eran solo él y su madre.

Con su llegada, la peste a alcohol y tabaco había invadido el cálido aroma a lavanda que reinaba gracias al perfume de su madre, eso le molestaba profundamente, pero jamás se atrevería a expresarlo

Se sentó en el alféizar de la ventana, observando el pueblo en la oscuridad. Las luces de la ciudad no le dejaban ver las estrellas, pero no le importó demasiado al ver un dragón desconocido volando por encima de la ciudad. Era gigantesco, incluso parecía demasiado grande para entrar en una fosa de dragones, y Sky se preguntó quién tendría el poder de domar una bestia como esa. Pero al mismo tiempo se encontró deseando ser él quien lo hiciera, el deseo de montar un dragón como ese creció en su interior con rapidez, llenando sus ojos de ilusión. Observó su habitación, pensando que quizás no la extrañaría tanto cuando fuera un gran jinete

La ilusión se fue de inmediato al toparse con el poster de su hermano mayor, uno de los mejores jinetes de la época, seguido del de su tío y luego el de su padre. Ellos podrían domar a una bestia de ese tamaño, él no. Él apenas podía caminar en línea recta sin caerse, incluso le daba miedo subirse a la moto de Leonard, jamás podría domar un dragón normal, mucho menos uno con aquel tamaño, aquella bestia debía llevar milenios encima.

Suspiro, cerrando las cortinas y tirándose sobre su cama, sabía que soñar tonterías no valdría la pena jamás, no cuando no era nadie más que una sombra de lo que fueron aquellos que lo precedían 

Los reyes de los Dragones y la Piedra EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora