4. Cabello rojo e indomable cual fuego salvaje

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La habitación era igual a cualquiera de las demás, con dos camas separadas por una pared pequeña, y dos escritorios frente a cada una, a ambos lados de una puerta abierta que daba a un closet, en el que se podía ver hasta el fondo la puerta de un baño. Dakaria clavó la vista en la ventana paralela a la puerta

Pero la vista de su amigo fue directa a la chica que, subida a un cofre de madera lleno de pegatinas y brillos, colgaba posters de cantantes, películas, constelaciones y fases lunares

Era pequeña, delgada y pálida, con el rostro lleno de pecas y un cabello rojo que se veía indomable cual fuego salvaje. No era nada como el de Daka, que simplemente parecía rozar el pelirrojo, a un pasito de dejar de ser castaño, el de ella era naranja, tan llamativo que se podría detectar a kilómetros

– Tu debes ser Dekaria – dijo la chica, extendiendo la mano hacía la recién nombrada

– Es Dakaria – la corrigió – pero si soy yo – acepto su mano, mientras Sky se perdía observando los posters, con los ojos destellando de admiración

– No sabía que había botones – Sky enrojeció hasta las orejas cuando escucho a esa deslumbrante chica dirigirse a él, quedando prácticamente paralizado al ver sus enormes y profundos ojos fijos en los suyos

Eran verdes, tan verdes como los campos que amaba desde pequeño, profundos y grandes como esmeraldas al sol, tan hermosos que pensó que podría quedarse viéndola por horas

– Ah, em, bueno, esto, de hecho – se rasco la nuca, idiotizado cual marinero bajo el canto de una sirena – solo, solo estoy ayudando a Daka – vio su pequeña y pálida mano se extendía hacia él, dejándole ver el guante negro de red que cubria tanto su palma como el dorso de su mano

Sky la aceptó, viendo como sus delgados dedos estaban cerca de envolver su mano, que de repente se veía más grande de lo que recordaba antes de sentir una pequeña chispa de electricidad al tocarla

ambos se apartaron antes de incluso presentarse, compartiendo una risa cargada de genuina diversión

– Pues soy Vittani Nikolai, un placer –

–Ah, Sky Skroll, lo mismo digo – Dakaria dejó su bolso de mano encima de la cama libre, poco contenta con la interacción en la que no participaba

–Espero no te moleste que haya agarrado este lado, si quieres podemos cambiar – Daka negó con la cabeza, recordandose a sí misma que no debería ser descortés, ella no le había hecho nada

– Bueno, creo que debería irme, tengo que buscar mis cosas y descubrir dónde está mi habitación – le dijo Sky a ninguna en particular

– ¿No te dijeron cuál era tu habitación? – el chico enrojeció ante la pregunta de la pelirroja, sintiéndose patético casi en exceso

– Eh, bueno, me dieron una nota con mi habitación, pero la perdí – Vittani no pudo evitar reírse, no sólo por la situación, sino porque ella había pasado por lo mismo apenas una hora atrás

El pequeño chico pelinegro no pudo evitar pensar que se veía muy bonita al reír mientras sus enormes ojos color esmeralda se hacinaban un poquito

– Si quieres puedo decirte donde averiguarlo sin pasar vergüenza, yo también perdí la mía – Sky sintió el alivio invadirlo cuando se dio cuenta de que quizás no era tan patético, o que al menos había alguien que lo era tanto como él

– ¿No vienes Daka? – la inocente pregunta de Sky le provocó a Dakaria unas profundas ganas de golpearlo, no entendía cómo no él no se daba cuenta de la situación, como no se daba cuenta de que estaba verdaderamente celosa

Los reyes de los Dragones y la Piedra EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora