Capítulo doce: borrachos, pero responsables

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Ella está muy dormida, con su cabeza en mi pecho y su mano en mi abdomen

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Ella está muy dormida, con su cabeza en mi pecho y su mano en mi abdomen.

Me duele la cabeza, un horrible dolor de cabeza.

«¿No que el futuro no importaba?»

Cállate, no empecemos tan temprano.

Veo la hora en el reloj en mi muñeca. Siete con cuarenta y cuatro.

¿Cómo es que me desperté tan temprano después de todo lo que bebí? Mínimo me debí haber despertado a las tres de la tarde.

Aunque en bueno que me haya despertado temprano, porque a las nueve en punto empezaríamos oficialmente en rodaje de la chica del tren. Me emociono mucho al empezar nuevos filmes.

Me estoy meando, pero Raven está muy placida usándome de almohada, y la verdad no quiero despertarla, teníamos más de una hora para alistarnos.

Juego con unos de los mechones de su cabello, pensando en cómo levantarme sin despertarla.

Me decido por sostener su cabeza e intercambiarme por una almohada real, lo tenía que hacer muy rápido, o si no sería todo en vano.

Ya lo he hecho con Lizy, así que práctica ya tenía.

Tomo una de las almohadas y la sostengo, retirándome lentamente de debajo de ella, a la vez que con mi otra mano sostengo su cabeza.

Raven se mueve, ¿mi reacción?: quedarme quieto como una estatua.

No se volvió a mover, así que supongo que fue un reflejo o algo.

Sin pensarlo mucho más, me quito rápidamente y dejo su cabeza sobre la almohada.

Ella hace un quejido y se voltea, dándome la espalda.

Rio en silencio y la cubro con el cobertor, levantándome de la cama. Ahí es cuando el mundo se me va.

No solo tengo dolor de cabeza, también tengo unas fuertes ganas de vomitar.

Dios. ¿Me escuchas?

Corro al baño, pero gracias a la oscuridad, me tropiezo con el clóset. Ignoro el dolor en mi frente y sigo mi camino, tengo otra cosa por preocuparme.

Cuando llego al baño no tardo nada en ponerme de rodillas ante el inodoro y dejar, hasta mi alma, ahí.

¿Cómo es que las personas, después de experimentar esto siguen bebiendo?

Después de bajar la cadena, me acuesto en el piso negro del baño, con los ojos cerrados, la luz del foco hace que la cabeza me duela más.

Me quedo por un largo rato así, inmóvil, pensando en nada.

Sí que me sentía fatal, todavía tenía el estómago revuelto.

—¿Buenos días? —Abro mis ojos lentamente, la luz me pega de repente, cegándome, los vuelvo a cerrar.

Un Beso Bajo Las Cámaras (BAEM #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora