Capítulo VIII

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El camino a casa no fue rápido. Claro, no era la primera vez que me rompía una pierna, pero tampoco fue menos doloroso.

Miré a mi alrededor. No había mucho que destacar, solo unas pocas casas que estaban a las afueras de la ciudad, y las pocas que habían estaban bastante más cerca que la mía.

Giré la cabeza en dirección a mi residencia, se veía mejor que algunas casas del pueblo o sus afueras. Me preguntaba quién habría vivido ahí antes que yo. Bueno. Esas eran preguntas a las cuales no tendría respuesta.

—Ugh—. Joder, por fin la adrenalina se había acabado de mi sistema.

Empecé a sentir el dolor de tener la pierna rota en múltiples lugares, creo que tenía algunas fisuras en mi cadera también. Bueno, ahora no podía hacer mucho; todavía faltaban unas horas para que el pueblo empezara a despertar.

Miré la puerta de mi casa; había llegado, ahora solo tenía que hacer un par de cosas; acomodar los huesos rotos de mi pierna y tomar una siesta. Busqué la llave en mi alforja.

...

Busqué en la otra alforja; tendía a cambiar el lugar donde guardaba mis cosas.

...

Bueno, creo que el cuchillo y la sartén no fue lo único que se había caído... «Bien, puedo resolver esto». Fui a la parte de atrás de la casa, podía forzar esa cerradura y luego bloquear la puerta. Asunto resuelto..., ¿no?

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Coloqué una silla en la puerta de la cocina que llevaba afuera.

Odiaba esto, no enseño cuál era la probabilidad. Bueno, en realidad esto había sido mi culpa por encender un fuego y detenerme en un lugar por mucho tiempo. Bueno, esto es una enseñanza: nunca te quedes en el mismo lugar y siempre está en movimiento.

Miré alrededor de mi cocina un momento, mi «nevera» estaba vacía, tenía varias sartenes, aunque un poco más pequeñas, que la que había usado.

Caminé por el comedor para ir a las escaleras. Subirlas no fue un problema, bajar... llegaré a eso más tarde. Acomodé las alforjas en la mesita de noche que tenía, estaban más ligeras de lo que creí.

—Al menos no llevé el dinero—.

Y era cierto, tiempo a perder las cosas a veces o simplemente se me caían, y lo de valor o lo tenía muy cerca de mí o lo guardaba. Mi dinero se encontraba en uno de los cajones en la cocina. ¿Cuál? Ya no lo recuerdo, pero tenía suficientes Bits para comprar un par de docenas de magdalenas.

Miré la puerta de mi habitación y suspiré. Un poco cansado por lo que iba a hacer ahora, abrí la puerta de mi habitación. No había cambiado mucho desde la última vez, solo tenía una sábana distinta, no tenía ni almohadas ni cobijas. Tampoco es que las necesitara, suelo dormir con cualquier clima del mismo modo, claro en invierno es molesto, principalmente porque no tengo pantalones. también por alguna razón me daba mucho más sueño de lo normal y me sentía más cansado.

Ahora que me pongo a pensar en eso...

Me acosté en mi lado izquierdo sobre mi cama.

Los insectos no solían hibernar. Era parte insecto, así que tampoco debería hibernar, probablemente, pero soy un humano que había lidiado con insomnio toda la vida así que no caería tan fácil, aunque fuera más difícil despertar.

—Ugh—.

Pensar en esto era molesto. Ahora que tenía un espacio seguro, mi mente ya no tenía que estar en lucha y huida todo el tiempo, ahora podía permitirme pensar más a fondo todo.

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