Capitulo XXII

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―Ught, todo duele como la mierda— levantándome del piso al lado de la chimenea apagada. Miré a mi alrededor, no había mucho que resaltar, nada era diferente a cómo lo había dejado la última vez.

Intente estirarme para mantener la flexibilidad que me daba este cuerpo, pero sin duda no era fácil, ¿por qué? Bueno, digamos que estar quieto por múltiples días no es bueno para las articulaciones.

Y así pasé enero, febrero y hasta hoy. Y si mis cálculos son correctos, entonces hoy es el primero de marzo, cuando la primavera llega.

Lentamente, me moví hacia mi cocina, y mientras pasaba la sala, miré el reloj silencioso que tenía, eran alrededor de las seis y cuarto de la mañana. Genial, al menos mi ciclo de sueño se arregló un poco. Ignorando la mayor parte del dolor que tenía por no mover mi cuerpo en los días, suspiré con cansancio.

Era algo que hacía regularmente, cada vez que me despertaba, mi bolsa de Bits se iba encogiendo en tamaño, no podía trabajar en este clima, dudo mucho que mi cuerpo se mantenga despierto.

Pero porque despierto entonces, sinceramente. ¿Fuerza de voluntad? ¿El hecho de que mi cerebro tiene una programación distinta? ¿Soy un jodido raro de los Changeling? Bueno, esa última tal vez sí tenga una respuesta, pero generalmente son preguntas a las que no tengo respuesta.

Tomé las alforjas que tenía cerca, y aunque un poco lento, más de lo que me gustaría. Las coloqué en su lugar sobre mi flanco, y mientras hacía eso, vi la cicatriz en mi lado izquierdo, esa cicatriz que pasaba por mi flanco hasta poco más que la mitad del muslo, un color verde agrio se remarcaba para resaltar la herida.

Tall Teal es un pueblo bastante peligroso, mire lo poco de mi espalda que no estaba tapado por la venda, además de pocas grietas en mi quitina, los impactos de flechas que me atravesaron no dejaron marcas visibles, pero sus efectos, o algunos de ellos, todavía persisten hasta el día de hoy, y eso sucedió cuatro meses antes de llegar aquí.

Fue una larga caminata hasta el siguiente pueblo, por suerte para mí pude comprar algo de alimento, aunque me alimentaba de algunos animales del bosque, pero no me gustaba dañar a criaturas como esas. Les tengo algo de respeto y admiración, pero si toca alimentarme de ellos, no lo dudaré mucho.

Camino hacia el baño, a paso lento.

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―Joder, qué coño comí para que ese hedor saliera de mí—.

Ciertamente, no olía a flores lo que salía de mí, y aunque estuviera acostumbrado a ello, si me distraía, me podía agarrar desprevenido ese olor a muerte y putrefacción que salía de mi intestino. Suspiré, solo para arrepentirme, cuando parte del olor entró por mi boca, tosiendo múltiples veces, me recompuse.

Ya más despierto, empecé a revisar mis alforjas en busca de defectos o que algo faltara en ellas. Ciertamente, poco lo hacía, el daño que tenía eran poco más que magulladuras o raspones que se quitan fácilmente, su contenido era el mismo de siempre, es una bolsa especial para que no se dañara, estaba mi certificado de ciudadanía equestre limpio y rehecho, luego se encontraba la llave que tenía una cuerda y estaba amarrada a una correa interna de la alforja, ¿por qué la tenía? No tengo ni la más mínima idea, pero me es útil.

Moviéndome para revisar mi otra alforja, encuentro la bolsa de Bits que había empacado, ahora no eran más que veintinueve Bits, por suerte o mala suerte, tenía esta cantidad. Ciertos días me tocó comprar de más para mantener si acaso mi peso actual, lo cual no sé si fue una buena idea, pero ciertamente no podía quejarme.

Dejando de lado mis alforjas, miré la mesa del comedor, las notas que normalmente ponía en ese lugar no estaban, lo cual era algo normal porque me las había acabado todas antes del invierno.

intenta tener una vida honestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora