1.5 - Por poco

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—¿Por qué te gusta provocar al capitán? —cuestionó Joseph a Gisele sin detener su andar hacia el estacionamiento, saludando a uno que otro oficial por el camino.

A ella le inquietaba la curiosidad por saber las intenciones de su amigo.

—¿Decirle sus verdades es provocarlo? ―preguntó confundida.

—Tientas tu suerte, Gisi.

—Tal vez me gusta tentarla —mencionó con una traviesa sonrisa al chocar ligeramente hombro con hombro.

—Tengo una pregunta —habló él con seriedad.

—Uy, eso suena serio —Su sonrisa se amplió, y se le adelantó para caminar de reversa frente a él—. ¿Qué es?

—¿Tienes algo serio con Ryman? —Ella continuó caminando de retroceso, regalándole una sonrisa que claramente podía decirle: Me gusta tu interés, pero que él aún no era capaz de descifrar.

—Esperaba tenerlo —sinceró sin apartar la mirada de los ojos azules del castaño.

—¿Pero?

—Pero el jefe ya me dijo que debo ampliar mi perspectiva —respondió con una mueca a modo de remedo.

—Tiene razón, no entiendo que le ves a ese tipo.

—Es guapo.

—¿Y eso basta para satisfacer tus estándares? —preguntó alternando la mirada entre ella y el pasillo, cuidando prevenir algún accidente.

—No, es que no me dejas terminar. Él es guapo, es agradable, tierno, no se anda con rodeos, y me hace reír...

—Si lo que quieres es un bufón, Richard puede hacerlo también —interrumpió a su compañera, mostrándole una sonrisa burlona, lo cual era el pretexto perfecto para esconder los celos que lo invadían.

—Eh, no —replicó Gisele con un gesto de desaprobación—. Richi no es mi tipo de hombre.

—Tienes razón, al parecer tu tipo de hombre es alguien como Ryman.

—No, tampoco.

—¿No? —Ella negó en silencio—. ¿Cuál es entonces? Tengo curiosidad por saberlo. ¿Qué tal y lleno el perfil?

—¿Te gustaría descubrirlo?

—Tal vez —Asintió al tiempo que se encogió de hombros.

—Bien. Debe ser alto... —Ella estiró su brazo para hacer notar la altura de su compañero—, sí... como de este tamaño.

—Alto, ¿qué más?

—Músculos trabajados, pero sin exagerar —mencionó haciendo evidente su escaneo en ambos brazos de Joseph, para después relamer sin descaro con la lengua su labio inferior y después atraparlo con sus dientes, despertando en ese momento el deseo que ambos se reprimían. Una de sus manos no quiso escuchar las órdenes de su mente, y sin titubeos, tocó la piel de uno de sus brazos, acariciando con un ligero, pero estimulante roce con las puntas de sus dedos, sin ser consciente de que empezaba a desestabilizar la presión arterial del chico—. Es decir, complexión atlética y firme.

—Lo tengo —habló Joseph con dificultad, sintiendo que la voz le raspaba en la garganta.

—Que me contagie con su sonrisa encantadora, la cual sin duda debe contrastar con el color de sus ojos que, de preferencia, deberían ser azules —Su espalda se encontró con una pared, y Joseph no tenía intención de detenerla, por lo que le dejó ese trabajo al muro en el que ella se terminó por recargar.

—¿Qué más debe tener? —preguntó el ojiazul, dejando escasa distancia entre ambos, limitándose a darle el espacio suficiente para respirar, lo cual tuvo que esforzarse por conseguir al recargar el dorso de su antebrazo sobre la pared, y su otra mano sobre la cintura para evitar tocarla y dejar al descubierto sus sentimientos. Era muy notorio la diferencia de estatura, por lo que ella tuvo que levantar la cabeza para poder fijar sus ojos castaños sobre los de Joseph, que, con la cabeza agachada, mantenía una pelea interna donde se resistía a romper la barrera de su amistad.

Peligro Biológico. Sin escape | Fan Fiction | En proceso lentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora