Steve no puede tocar

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(Jamás escribí algo como ésto, creo, soy más de un intento mediocre de comedia así que tenga compasión)

Steve respiró hondo,  sabía lo que le esperaba detrás de esa puerta.  Había dejado plantado a Tony, otra vez, por sus negocios y al principio el genio entendía pero la última vez que pelearon le dejó muy claro que las pagaría.
Si fuera otra persona no habría dudado en disparar por si quiera mirarlo mal, pero era de su esposo de quien hablamos y no se deshizo de varios insectos para tenerlo para él.

Dejó su arma en una mesita que había en la habitación, se extrañó de no tener a su hobbit sobre su cara gritándole varios impropios.

—¿Tony?— preguntó paseándose por el lugar, la habitación que compartían era enorme, casi como un apartamento, había una sala y detrás de una falsa pared estaba la cama.

—Estoy en el baño.

Steve tembló, la voz de su esposo era demasiado dulce para su gusto porque eso significaba que estaba hasta el cuello.
Se planteó dar la vuelta y esconderse pero eso enojaría más al genio. Murmuró una plegaria al Dios que quisiera escucharlo y se encaminó al lugar.

—Hola, mi amor.— Tony salió con una bata que no dejaba nada a la imaginación y  eso fue suficiente para distraerlo del arma que tenía en la mano.

Lo último que vio el rubio fue el techo de la habitación.

El agua helada lo hizo saltar en el lugar, enseguida notó que estaba limitado.

—Al fin te despertaste. — la voz de su esposo en su oído hizo que se le erizaran los vellos de la nuca.

—¡Me disparaste!— gritó tratando de liberarse de lo que parecían esposas.

—Lo hice.— incluso sin verlo, Steve sabía qué su esposo estaba sonriendo.— Sólo fue un somnífero, tranquilizante.

Cuándo finalmente Tony se puso frente a él su mandíbula casi se disloca, su sensual esposo tenía puesto un traje de odalisca, supone porque no está pensando correctamente ahora, de tela negra y transparente, muy transparente, cómo si no llevara nada puesto, con delicadas joyas cubriendo parte de su cuerpo.
Intentó estirar las manos pero se acordó  que estaba esposado a la cama.

— Anthony.— murmuró con advertencia

—¿Qué?— sin dejarse intimidar y con sensualidad se alejó de la cama, las luces del lugar resaltaban más la sensualidad de sus movimientos,  la música empezó a sonar y con ella el tormento de Steve.

Tony se aseguró de lanzarle la mirada más seductora de su repertorio mientras sus manos se movían con maestría sobre su cuerpo. Se quitó el collar que cubría sus ya erectos pezones y con orgullo vio cómo la carpa en los pantalones de Steve crecía.

Siguió bailando,ahora de espalda a Steve para asegurarse de que su bien formado trasero sea visible para su hombre cuando se agacha.

—Tony.— la voz ronca y anhelante incentivo más sus movimientos.

Sin dejar de bailar colocó sus manos en los tobillos del rubio, poco a poco comenzó a subir hasta llegar a los muslos. Desesperado el rubio levantó la cadera para hacer que esas manos traviesa llegarán donde más necesitaba, pero estas volvían hasta las rodillas de una manera tortuosa y lenta para volver a subir.

—¿Qué pasa, mi amor?— su dulce tormento preguntó con esa sonrisa pecaminosa que hacía estragos en su ser.

—Suéltame, Tony.

—Mmm… debo estar escuchando mal o eso sonó a una orden.—  gateo lentamente hasta posar su trasero en la parte más necesitada del hombre abajo suyo.

—Por favor.— rogó mientras su pelvis se movía tratando de aliviar un poco su hombría y odiando a muerte la existencia de la ropa.

—Eso sonó mejor.

Su vista se volvió roja y con desesperación trató de romper las esposas cuando el pañuelo de monedas  salió de su rango de visión y su esposo quedó completamente desnudo para su deleite.

—Carajo.— la maldición salió de su boca cuándo el otro comenzó a moverse encima suyo.

Sentía como el trasero de su esposo se movía con agilidad sobre su miembro, como las manos ajenas arañaban por encima de la camisa.
Veía como su cuerpo se perlaba poco a poco por el sudor, oh y los sonidos que salían de esa boca incitante y provocadora lo tenían al límite. Sabía que estaba cerca, ya podía saborearlo.

Y él, como podía, se movía tratando de buscar su propia liberación aún con la ropa puesta, ya casi terminaba incluso si no había podido tocar el cuerpo ajeno, y de pronto Tony se detuvo.

— Podríamos haber llegado al final si no me hubieras dejado plantado. — murmuró jadeante en su oído, trató de romper las esposas otra vez cuando vio que su esposo se alejaba.

—¿Tony?

Fue ignorado y se quedó ahí; lamentándose,  sudado, jadeante y con un severo caso de bolas azules.

Se juró nunca, jamás, dejar plantado a su amor y una vez liberado Tony no caminara por las próximas semanas.

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Quedo medio chafa pero buee

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⏰ Última actualización: Jan 13 ⏰

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