7

6.2K 678 81
                                        

Joseph

—¿Se puede saber qué estas haciendo aquí, Joseph?

Despierto de golpe en cuanto escucho la voz y miro mi cuerpo desnudo junto al de Shawn. Miro a la enfermera y siento que mi cara es la bandera de Japón.

—Yo... Eh... No es lo que parece.

—¿Acaso están desnudos? —pregunta, sorprendida y enojada.

—Sí —respondo, pellizcando el abdomen a Shawn para que despierte.

—¡¿Qué pasa?! —grita Shawn.

—Necesito que te vistas y vengas conmigo. Te espero allá afuera, Joseph; Shawn, los dos tendrán que platicar sobre esto con un psicólogo.

Sale, cierra la puerta y nos miramos. ¿Qué mierda acaba de pasar?

—Dime que esto no está pasando... —dice.

—Ojalá pudiera.

Se lleva los manos al cuello, estirándose. Yo simplemente miro a la habitación...

Me paro y me comienzo a vestir. Ya no me da pena que me vea desnudo, lo hago como si estuviera solo.

Termino y me acerco a él, sentado en la cama, admirando la escena. Lo abrazo, y suelto una pequeña lágrima. Lo tomo por su mentón con las dos manos, sintiendo su barba. Me acerco y le doy un beso largo. Él sólo me toma por la cintura siguiendo el beso.

—Debí suponer que algún día me pasaría esto —murmuro.

—Prométeme que cualquier cosa que pase, no nos separará.

—Lo prometo —le digo abrazándolo, oliendo su colonia.

Lo miro a los ojos y, despotamente, me marcho. La enfermera está ahí, esperando, mientras habla por un intercomunicador.

—Sí. Sí. Ya salió. ¿Con James? Ajá. Yo tampoco lo creí, el lugar está vigilado las veinticuatro horas. Está bien, ya lo llevaré con él.

Cuelga y me mira.

—Vamos.

Asiento y me avergüenzo. ¿Por qué a mí? ¿Por qué no pusimos una alarma? ¿Por qué soy tan estúpido?

Después de un rato de estar caminando por todo el edificio para dar con el psicólogo, por fin llegamos.

—Entra, te está esperando.

Entro y está un doctor alto, con lentes, pelo corto, y unos ojos grises muy profundos, sentado frente a unos modernos artefactos, muchas plumas, y documentos.

—Siéntate, Joseph.

Me siento y trato de acomodarme en la silla. Terminando, lo miro.

—Cuéntame bien el incidente.

—Me encontraron en una habitación ajena a la mía —lo suelto en cuanto termina de hablar.

—¿Dónde? ¿Por qué?

Sus preguntas me inundan, carraspeo un poco para que mi voz no se corte y empiezo a hablar:

—Pues... Estaba normal como cualquier día, y unas de mis voces me dijeron que tomara un destornillador que estaba tirado por ahí, y abriera la rejilla de ventilación, porque tal vez habría una salida. —Me mira fijamente, luego hace algunas notas en unas hojas—. Entré por ésta y me encontré con un hombre llamado Shawn. Nos hicimos amigos, pero...

Quedo en silencio total. Él no sabe que soy gay, y no estoy preparado para decirlo, o para que mis papás se enteren.

—¿Pero qué?

¿Existe la felicidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora