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Joseph

Después de estar en la sala con la familia de Christian y Karen, por fin puedo irme a dormir. Nos encontramos Adán y yo subiendo las escaleras rumbo a su habitación.

Nos la pasamos bien, supongo. Recibí muchos nuevos libros que según la portada son best-seller. Adán recibió mucha ropa elegante y casetes llamativos; a él no le atraen los libros en absoluto.

—¿Ya quieres dormir? —me pregunta Adán—. Es muy temprano.

—Van a dar las 1:00 a.m. —contesto con ironía y sin voltearlo a ver.

—Demasiado temprano para mí —musita acercándose más y más cuando ya estamos dentro de su habitación.

Frente a la ventana que da a la calle principal, comienza a besarme en el cuello mientras jadeo con cara de asco. No quiero.

«Fóllatelo, está bueno», dicen dos voces pero no las distingo; «ya no volverás a ver a Shawn y esta es tu única oportunidad», dice la voz grave. Al parecer mis voces también son homosexuales.

Empiezo a dejar de resistirme y sus besos me atrapan más. Oh...

—¿Se puede saber qué estás haciendo con mi novio? —pregunta alguien y de inmediato los dos volteamos y él me quita las manos de encima. Es Shawn—. Busca culos solteros, mocoso, que ése que deseas ya es mío —bromea pero su expresión es inescrutable.

Me quedo en shock. ¿Acaso es un sueño? Me alegro de que no haya llegado minutos después porque... ¿Se fugó del hospital? ¿Me siguió? ¡¿Me estuvo observando todo el tiempo?!

—¿Vienes? —musita suavemente dándome la mano y yo corro hacia él y lo abrazo. Mi Shawn. Huele a cigarros y a alcohol.

—¿Quién mierda eres...? —pregunta Adán desconcertado y a la vez atemorizado. Su expresión me hace carcajearme por dentro.

Le doy un beso suave en los labios y tomo su mentón. Su barba..., creí que jamás la volvería a tocar.

Sale primero por la ventana y yo lo sigo. Bajamos por una pared un poco alta pero me ayuda a no caer muy alto.

—Estás más guapo que nunca —dice Shawn y me ruborizo.

—Por hoy soy un chico normal —replico feliz.

«Ajá, sí, cómo no», dice una voz que jamás había escuchado.

Me toma de la mano y no sé a dónde me lleva. ¿Iremos a su casa?

—¿Adónde vamos? —pregunto asustado.

—¿Adónde deseas ir? —dice sacando las llaves de un carro, y de pronto señala un BMW que está al frente nuestro.

Es obvio que no se pudo fugar pero esto es atroz, es un maldito sueño.

Pasa hasta mi lado y me abre la puerta. Después él va y se mete por la puerta del conductor.

Cindy Lauper comienza a cantar cuando se enciende el carro.

—Las chicas sólo queremos divertirnos —bromeo.

...

La ciudad está iluminada, los grandes edificios adornando la gran ciudad —más moderna de lo que recordaba— con la arquitectura que se ha estado implementado. Esto es mucho más romántico que mi sueño. Y obviamente con un final mucho mejor.

—¿Qué tal tu navidad? —pregunta pero yo aún tengo mil dudas sobre la suya.

—Supongo que bien..., recibí libros nuevos —digo poniendo mi mano en su muslo.

—Me alegro por usted, apuesto joven —bromea—. ¿Por qué ese chico te estaba besando? —por fin pregunta y pone su mano sobre la mía.

—No sé, desde que llegué me veía mucho pero no llegó a acercarse a mí —miento— hasta hace unos momentos. Me preocupa que haya ido a acusarme y mis papás estén preocupados.

—Olvídate de tus padres al igual que yo; hoy nos divertiremos.

...

Shawn está dentro de una tienda lujosa comprando algo que ponerse. No puede ir a un restaurante elegante con una chamarra de punto.

Yo admiro las demás tiendas de la ciudad. Cada vez son más modernas sin olvidar sus facciones de deterioro común.

¿Qué pasaría con la familia de Shawn? La duda me come pero tal vez no quiere platicar de eso. Miro que Shawn sale del probador con una camisa de botones, color blanco. Demasiado sexy. Saca su tarjeta de crédito, la paga y se dirige a mí con la camisa puesta.

—¿Estará bien esta?

—Perfecta.

Caminamos hasta el restaurante que está a dos calles y veo de reojo que quiere tomar mi mano pero simplemente no tengo ganas de llamar la atención de la gente.

...

—Mesa para dos —ordena y me estremezo.

—Síganme, por favor —nos ordena y vamos tras él. Caminamos por la mayor parte del restaurante y nos lleva a la segunda planta del edificio donde se ve la gran luna junto las estrellas—. Aquí.

Nos paramos frente a una mesa que da una buena vista de una Iglesia y gran parte de la ciudad.

Muy rápido llega un mesero pero yo no tengo absolutamente nada de hambre aunque no quiero verme mal.

—¿Qué desean para pedir? —pregunta cortezmente.

Shawn empieza a pedir como si se hubiera aprendido el menú completo de memoria. Yo sólo lo miro sin saber qué decir y el mesero de inmediato se da cuenta. Para mis pocos conocimientos, creo que lo pide en italiano.

«Venga, que es un restaurante italiano. ¿No te has fijado?», pregunta irónicamente una voz diferente. Totalmente nueva.

—¿Para usted igual, joven? —pregunta anotando en una pequeña libreta.

—Sí, y también nos traes una Coca-Cola, por favor —dice Shawn por mí y sólo lo miro desconcertado.

El mesero se va y Shawn se ríe.

—¿No entendiste, verdad?

—Sólo espero que no sean mierdas no comestibles.

—No te preocupes; ya he venido varias veces. Te gustará.

...

—Este vino es muy bueno. —Levanto la copa para hacer un brindis— . ¡Por lo enfermos que estamos! —exclamo un poco alto llamando la atención de todos y nos reímos.

—¿Qué haremos entonces? —pregunta curioso.

—La noche apenas comienza.

¿Existe la felicidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora