¿Existe la felicidad?

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A Sábado, 5 de enero de 1985.

Amado Joseph:

Espero estés de lo mejor. A mí me aumentaron la dosis porque en navidad no tomé nada de medicina. Ahora sí he tomado pero igual ya no tengo ánimos de nada. Sé que nuestra meta era vivir juntos; salir de este lugar, pero no sé si pueda completarla.
Tengo que ir a dormir, sólo que quería platicártelo. Aparte mi letra en estos momentos no es la mejor. Perdón.

Ahora tendré que esperar que a tu gran —y hermoso, lo sabes— culo le den ganas de escribirme y enviar la carta, para poder contestarte. Confío en que no se te olvide hacerlo, y que cuando pase, me expliques el porqué. Me interesa saber cómo vas tú.

Te amo con todo mi corazón. Prométeme que jamás lo olvidarás.

Se despide con un beso —escrito—:

Shawn.

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A Domingo, 6 de enero de 1985.

Adorado Shawn:

No he estado del todo bien; tuve un ataque de esquizofrenia y estuve a punto de... Ya sabes. A los doctores se les ocurrió la grandiosa idea de ponerme casetes de ópera porque ya estoy progresando. El resultado fue desastroso.

Tampoco he dormido bien, las voces cantan con aún más intensidad de lo que ya cantaban. Son buenas en ópera, dice mi pobre criterio.

También he estado viendo gente en mi cuarto... No gente común, más bien sombras... Algunas se ponen cerca de mí y otras no, simplemente en la esquina. Supongo que yo tampoco podré concretar nuestra meta.

Estoy loco pero aún así estoy muy enamorado de ti.

Se despide con un raro agarrón de trasero:

Joseph P.

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