« 11 - Good Morning »

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Habían pasado al rededor de diez minutos desde que Taerae despertó, y lo primero que sintió fue unos brazos presionando su cintura.

Y cuando vio al dueño de esos brazos no pudo evitar sentirse nervioso, Ricky lo tenía atrapado entre sus brazos, lo peor era que el espacio entre ellos era demasiado cortó, tanto que el pelicastaño podía sentir la leve y tranquila respiración del mayor contra su rostro.

Primero trato de zafarse del agarre de Ricky con delicadeza, pero cada vez que lo intentaba, este lo sujetaba aun más fuerte y acercándolo más a él.

— ¿Qué hago? — se cuestiono en un susurró el pelicastaño — no puedo despertarlo — dijo mientras lo miraba — se ve tan lindo durmiendo.

Sus labios formaron una pequeña sonrisa, alzó tímidamente una de sus manos — las cuales se encontraban en el pecho del mayor — hasta la mejilla del rubio.

Pero antes de que pudiera poner su mano en el pómulo del mayor, la puerta de la habitación fue tocada.

Taerae se sobresaltó y eso causo que el rubio despertara.

— Ricky levántate, ya es tarde para la escuela — le dijo su madre por el otro lado de la puerta.

El rubio aún somnoliento sintió algo entre sus brazos, cuando logro ver con claridad pudo ver a Taerae a su lado con un leve sonrojo en sus mejillas y la mirada hacia otro lado.

— B-buenos días Hyung — dijo el castaño — E-eh ¿Me podría soltar? — pregunto nervioso y su sonrojo aumento.

El rubio lo miro extraño, ¿Soltar? ¿A qué se...

“¡Carajo!”

— S-si claro, lo siento — dijo rápidamente.

Soltó la cintura de Taerae y salió de manera apresurada de la cama.

— G-gracias Hyung — dijo Taerae aún con el sonrojo adornando sus lindas mejillas.

La puerta de la habitación se abrió, sobresaltando a ambos jóvenes. La madre del mayor había entrado, parecía estar muy enojada.

— M-mamá...

— Quanrui, ya es tarde, tienes que ir a la escuela, tu padre y yo tenemos que ir a trabajar así que apúrate — trató de hablar lo más calmada que podía.

— Si, enseguida bajo — respondió — lo siento — se metió al baño de su habitación.

— ¡Hoy te llevaremos a la escuela! — grito su madre — ¡Y no quiero quejas Ricky! — dicho esto salió de la habitación muy alterada.

Taerae se encontraba sentado en la orilla de la cama, presenciando todo con suma atención, y llegando a la conclusión.

— Las madres aquí son muy peligrosas — dijo mientras miraba hacia la puerta, por dónde la madre del mayor había salido.

¿Me enamore de mi cupido? (Rirae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora