« 23 - Es hora »

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Ricky pensó que después de su “confesión”. Todo estaría bien.

Pero bueno, se equivocó en eso.

Después de aquella confesión, Taerae comenzó a actuar... Distante con él, además de que se veía muy decaído.

— Taerae — llamo el rubio al menor quien se encontraba nuevamente escribiendo en su pequeño cuaderno.

El castaño emitió un “mhm” sin dirigirle la mirada.

Soltando un suspiro se acercó al menor y le arrebato su cuaderno.

— ¡Oye, devuélvemelo! — le grito con cierto enojo — ¡Es mío! — volvió a quejarse mientras trataba de recuperar su cuaderno.

— No hasta que me digas que te pasa — sentenció mientras alejaba el cuaderno de su cupido para que este no pudiera quitárselo.

El menor, ignorando lo que le dijo el rubio. Se acercó a el para tratar de quitarle su cuaderno, pero de un movimiento rápido Ricky lo empujó hacia la cama, quedando encima de Taerae.

El castaño comenzó a forcejear, pues Ricky había tomado sujetado sus manos sobre su cabeza y por más que se quejaba el rubio no daba señal de querer soltarlo.

— ¡D-dejeme Hyung! — reclamo el menor con un ligero sonrojo.

Después de todo, aquella posición era muy comprometedora.

— No hasta que me digas que te sucede, toda la semana estuviste distante y cortante conmigo Taerae — dijo con el ceño levemente fruncido — ¿Qué sucede?

El castaño miro a otro lado para evitar la mirada del mayor.

No quería hablar de eso, y ni siquiera se dió cuenta de que la semana había pasado rápidamente.

Falta poco...

— No es nada.. — contesto en un susurro aún sik mirarlo.

Ricky suspiro pesadamente; por más que insistiera, Taerae no le iba a decir lo que pasaba.

— Dímelo Taerae, te lo ordeno — dijo seriamente.

— Usted no pued-

— Claro que puedo — dijo seguro — soy tu amo, y tu mi cupido.

“No por mucho....”

— U-usted no lo entendería.

— ¿Tan grave es? — Taerae asintió — ¿No me vas a contar? — está vez negó.

Nuevamente suspiro y soltó a Taerae, quitándose de su encima.

Se sentó al borde de la cama y paso sus manos por su rostro frustrado.

— Ten — le extendió su cuaderno y sin pensarlo dos veces el castaño lo tomo.

— Gracias...

Shen se paró y camino hacia la puerta tomando rumbo directo hacia la cocina.

Por suerte sus padres no estaban y podría decir cuántas maldiciones se supiera sin ser regañado.

Taerae, algo temeroso, bajo unos minutos después del mayor.

Lo encontró susurrando palabras que no llegaba a escuchar mientras hacía pequeñas muecas y por último soltó un lindo puchero.

Reprimiendo una sonrisa se acercó a el.

— H-hyung yo...

— Taerae, no te entiendo — dijo y el castaño lo miro con confusión — te dije que me gustas y ahora me ignoras, incluso estas distante conmigo — miro al menor con el ceño fruncido — ¿Por qué?

Taerae solo bajo la cabeza y se abstuvo de responder.

— Al menos... ¿S-sientes lo mismo que yo? — pregunto un tanto avergonzado y ruborizado.

El corazón del castaño comenzó a latir ante aquella pregunta.

¿Qué si sentía lo mismo que su Hyung?

Claro que lo hacía, y mucho más de lo que se podía imaginar.

Se acercó al mayor a pasos lentos, una vez frente a él, tomo con timidez su rostro entre sus manos haciendo que lo mire directamente.

Acercó su rostro lentamente. Poco a poco su respiración comenzó a mezclarse con la de Ricky y sus labios rozaban.

Cortando toda distancia entre ellos, unió sus labios en un tierno e inocente beso; las manos de Ricky se posaron en la pequeña cintura del castaño, acercándolo más a él.

No sabían el porque, pero sus labios encajaban a la perfección, empezaron con un movimiento lento pero apasionado.

« Pero como siempre todas las cosas buenas tienen que acabar, y en este caso, ambos sufrirán mucho. »

Se separaron por la falta de aire y juntaron sus frentes.

— H-hyung.... U-usted también m-

Una luz se hizo presente frente a ellos, deslumbraba muy fuerte y casi los cegaba a ambos, tan pronto el brillo bajo, aparecieron dos personas que hicieron temblar a Taerae.

“Es hora...”

¿Me enamore de mi cupido? (Rirae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora