Lunes 23 de abril 2018
El paisaje frente a sus ojos era envidiable, una postal que traía ríos, quebradas, mucha naturaleza, podría tomar fotografías pero estaba seguro que en el Parque Nacional de la cuenca del Pacífico tendría el tiempo para hacerlo con calma.
Cruzó sus brazos a la altura de su pecho y miró con enfado disimuladamente a su lado ¿Por qué tenía que viajar precisamente con él? 20 alumnos por cada curso, 3 cursos en total, dos profesores para cada uno, 6 profesores en total ¿Por qué las posibilidades no habían jugado en su favor? Claro, podía entenderlo de cierta manera, si bien conversaba con todos y era algo así como "el más popular", su mejor amigo era Hongjoong y a él no le habían dado la autorización para viajar por "asuntos personales".
Mentira, Jongho sabía muy bien que los padres de Hongjoong temían dejar tanto tiempo a su hijo conviviendo y durmiendo donde hubiesen adolescentes masculinos, incluso si estos eran religiosos.
Él también iba a declinar su participación en el "campamento" pero Hongjoong lo amenazó diciendo que no le hablaría en días si se apartaba de semejante oportunidad.
Y así había acabado sentándose en los primeros asientos con el señor Jeong, las muchachas se habían peleado por ser las "afortunadas", pero en el preciso momento que Jongho descansó su cuerpo en el asiento al lado de la ventana, aquel hombre que no podía mantenerse totalmente erguido por chocar con el techo del bus, apareció confundido escuchando las órdenes del director que le pedía que se sentara al lado de su alumno.
El señor Jeong estaba durmiendo con los brazos cruzados a la altura de su pecho. Por muy estúpido que sonara, Jongho se dedicó a ver los detalles que formaban su rostro. La nariz del hombre era recta y terminaba en un pequeño botón que se unía al labio superior por una fina línea. Bajó la mirada hacia sus piernas y sonrió satisfecho al darse cuenta que al ser tan largas en un espacio reducido las tenía que acomodar.
- ¿Acabó con su inspección señor Choi?
Alarmado dirigió su mirada hacia los ojos de aquel hombre, Yunho se sentía satisfecho incomodando al corderito y mucho más cuando apretaba la mandíbula y observaba el paisaje desde su asiento.
¿Creía que no iba darse cuenta de lo que estaba haciendo? Un demonio no dormía jamás, pero fingir hacerlo no era difícil a excepción cuando se está excitado. Yunho, el íncubo, era muy consciente de la presencia del muchachito, el calor que emanaba, el perfume que llevaba puesto, las "imperfecciones" de su rostro que lo hacían más apetecible, las proporciones de su cuerpo que no eran pequeñas pero que a su lado lo hacían lucir como un escuálido.
Estiró su comisura labial en un breve intento de sonrisa antes de cerrar los ojos, quería mostrar toda la indiferencia que no era capaz de darle, quería que siguiera creyendo que lo odiaba cuando en realidad se estaba haciendo difícil no reducirlo bajo su cuerpo.
¿Qué había sucedido después de aquel incidente de la misa? Yunho había recuperado la energía pero su rechazo a cualquier figura religiosa había aumentado, incluso había visitado al gran Rosier para que le brindara su apoyo y mayor protección.
Para Jongho fue difícil ignorar la presencia de su profesor aunque desviaba la mirada cada vez que se cruzaban en un pasillo de la escuela.
Había tenido pesadillas constantes en las que una presencia masculina rondaba su espalda y otros tantos sueños más en los que sin entender por qué, despertaba tan excitado que necesitaba masturbarse para aliviar su cuerpo.
- Y pensar que quedan 3 horas más de viaje- susurró el muchacho bebiendo una cajita de leche y mirando el paisaje, en un acto tan simple que desquiciaba al íncubo.
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La Obsesión del Demonio [2ho] Adaptación
Hayran KurguAdaptación 𓍯 "¿Puede un demonio íncubo caer por un simple hombre?" Todos los créditos de esta historia son para @Trinidad Victoria