Me quedé congelada. Un tiroteo. En el instituto. Genial. Triste y trágico, pero genial. Observé unos segundos la inscripción tan sumida en mis pensamientos que olvidé el motivo que me había llevado hasta ese lugar hasta que sentí un par de manos empujándome contra el suelo.
Me golpeé la cabeza, lo cual me dejó algo aturdida, pero en ese instante fui capaz de recordar. Mierda. Los orangutanes me encontraron. El grupo de retrasados se reía, al parecer suponiendo que eso era todo. Se equivocaban. Estaba segura de que no me iría para nada bien, pero si iba a caer arrastraría al menos a dos conmigo.
Pateé con toda mi fuerza a la rodilla derecha del tipo que era novio de la rubia hueca, que asumo, fue él quien me empujó.
Empezó a quejarse alertando a sus acompañantes de que no me había rendido aún. Uno de ellos reaccionó tratando de sujetarme por el brazo. Pero le di un golpe en la nariz, y creo que se me fue la mano, ya que empezó a sangrar descontroladamente.
Me puse de pie lo más rápido que pude, notando que el golpe en la cabeza había sido mucho más fuerte de lo que creía ya que perdí el equilibrio y, por unos segundos, me sentí desvanecer, pero estaba demasiado alterada como para desmayarme en ese momento.
Intenté escabullirme. Ya había dado pelea y había herido a dos de ellos, lo cual, según yo, debería bastar para que me dejen tranquila, además, el golpe en la cabeza me dejó muy debilitada como para pelear. Pero no... por primera vez en mi vida estuve equivocada.
-Deja el Ego Alessa, no es bueno para tí y a la larga te traerá muchos problemas...
Genial... ahora ¿quién diablos invitó a mi conciencia? No importa. La callé mentalmente mientras aprovechaba el hecho de que los orangutanes estaban ocupados atendiendo la nariz de su amigo.
Cuando creía estar a salvo...
-¿ A dónde crees que vas pequeña per*a?
- ¿Es que no saben cuando darse por vencidos muchachos? - dije sonriendo satisfactoriamente aunque por dentro solo quería que me dejen tranquila, me estaba mareando demasiado y veía algo borroso, pero no pensaba dejar que lo noten.
-Chicos - dijo mirando a sus compañeros - ya hemos hecho esto más de una vez - ahora me observaba a mí con una sonrisa sádica grabada en el rostro -saben que hacer.
Los demás asintieron y antes de que tenga chance de parpadear me tenían agarrada y me arrastraban por los pasillos, alejándonos cada vez más de los salones de clases. ¿Dónde rayos está un estúpido profesor cuando lo necesitas?
Al parecer el orangután líder me leyó los pensamientos ya que contestó mi pregunta sin que la haya formulado.
-No tiene caso que grites muñequita - soltó una risa ante mi expresión de asco - mi padre es el mayor contribuyente económico de éste instituto y yo y mis amigos somos literalmente intocables. Ningún maestro aparecerá para salvarte.
Comencé a forcejear desesperada. Quería que me suelten de una puta vez.
Me llevaron a rastras hasta el gimnasio, que estaba completamente vacío.
Tres de ellos me acorralaron contra la pared y el novio de la Barbie comenzó a golpearme en el estómago.
Dolía como el infierno, quería llorar, quería gritar, pero lo único que hice fue reír. Me miraron como si estuviera loca de remate.
-Vamos, mírate. ¿Te crees muy macho por que golpeas a una mujer que ni siquiera puede defenderse por que haces que tus mandriles la sujeten? Eso es patético y humillante. Sigue golpeando cielito... con eso solo conseguirás que compruebe que eres un maldito cerdo maricón.
Dicho esto seguí riéndome aunque mentalmente rogaba por haberlo convencido de liberarme, pero no lo hizo, el muy bastardo me golpeó en la cara, mierda, sentía el sabor de la sangre en el labio. Juro que este imbécil me las va a pagar.
Seguí aparentando ser fuerte pero mi fortaleza no era eterna, mi cuerpo se desvanecía y mis ojos se cerraban involuntariamente. Me aplaudí a mi misma por haber aguantado tal golpiza sin emitir sonido alguno de queja o dolor.
-Oye Drake déjala tranquila, sabes que a tu padre no le va a agradar para nada tener que sacarte de la comisaría ¿no? y créeme que si sigues así acabarás por matarla.
No pude identificar la voz. Nunca la había escuchado en mi vida, sin embargo le debía todo al dueño de la voz en ese momento.
-Aléjate Crawford, no es asunto tuyo.
-Dije que dejes a la chica Drake. - dijo mi salvador con un tono autoritario.
Por algún milagro de la naturaleza, los brazos que me aprisionaban desaparecieron, pero mis piernas estaban demasiado débiles para sostener mi agotado cuerpo por lo que creí que iba a caer, pero sentí un par de manos a mi alrededor y lo último que recuerdo es un precioso par de ojos azules.
Abrí los ojos lentamente. Una punzada de dolor general atravesó mi cuerpo, creo que lo único que no me dolía era el cabello, y creo que es imposible tener dolor en esa parte del cuerpo por lo que no lo tomaré en cuenta.
Estaba recostada en la gradería del gimnasio. De a poco fui recordando el motivo de mi dolor...
-Ese hijo de puta... - mascullé enfadada intentando ponerme de pie.
-Yo no haría eso si fuera tú...
Me sobresalté al escuchar aquella voz, ya que creía estar sola, al voltear noté que había un chico sentado unos cuantos escalones más atrás.
Era muy, muy, muuuuuuuuuy guapo. Me quedé desconcertada hasta que me miró a los ojos y pude ver los suyos... azules... como mi último recuerdo.
-Tu... tu me ayudaste.
-Soy Ashton, Ashton Crawford.
-Alessa Black. Gracias por ayer.
-No es nada, necesitas ir a ver a un doctor...
Ignoré su comentario.
-¿Sabes qué hora es y cuanto tiempo estuve inconsciente?
- Deben ser las siete y estuviste inconsciente unas ocho o nueve horas... enserio digo lo del hospital.
Ocho o nueve horas? Mierda me van a freír viva en casa.
-Me tengo que ir, te debo una, gracias.
Me puse de pie y caminé como pude hacia la salida, pero me detuvieron y me levantaron del suelo.
-Sabes, si no quieres ir al hospital me da igual, era una sugerencia, pero no pasé todo el día cuidándote para que te vayas sola en ese estado. ¿Donde vives? Te llevo.
Suspiré, estaba demasiado agotada y adolorida como para discutir.
-¿Sabes dónde queda la casa del asesinato?
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Eternity|| Tate Langdon
RandomAlessa... No puedo sacarte de mi cabeza... No dejaré que me dejes, tú y yo estaremos juntos por siempre y ésta vez no cometeré los mismos errores que cometí con Violet.