Capitulo uno

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Habían pasado exactamente dos mil novecientos veintidós días y yo seguía sin ver a Selena. Sé por Taylor que ella ha estado bien y ha estado avanzando mucho con la recuperación. Aunque no le haya agradado para nada mi decisión al principio, supo entenderlo con el tiempo y desde entonces, nos volvimos más cercanos.

Pero a pesar del tiempo que ha pasado, el recuerdo sigue vivo, recordándome aquellos oscuros días en que lo único que quería hacer era darme la vuelta y verla, escucharla, abrazarla, besarla. Me mataba el hecho de no poder hacerlo. Me obligue a mí mismo a no regresar y dejarla vivir su vida como lo merecía, sin dolor alguno.

Ella se lo merecía.

Quizás me consideren un hijo de puta por dejarla en lo que pudo haber sido la peor etapa de su vida, pero créanme cuando les digo que era lo mejor para ambos. Lo único que hacíamos era lastimarnos cuando estábamos juntos, las personas siempre se interponían ante nosotros y yo no podía detenerlo.

Durante todo este tiempo habían miles de preguntas rondando por mi cabeza sobre ella, pero sabía que ninguna sería respondida. Aveces me preguntaba si estará saliendo con alguien, si será feliz, si recuerda algo de lo que habremos vivido juntos.

—¡Justin, la cena está lista!

La voz de Marie resonó por toda la casa y, inconscientemente, suspiré. Cerré el portátil y baje a cenar.

—Hasta que bajas—dijo apenas me senté en la mesa. Fruncí el ceño.

—Lo siento, estaba trabajando.

–Lo que sea.

Apreté los dientes para soltarle una de las mías, odiaba cuando se ponía en esa actitud. Como si yo fuera el culpable de todo. Odiaba que ella me reclamara por mi trabajo, cuando salía demasiado o me demoraba mucho. Obviamente si yo reclamaba se ponía a llorar y Dios sabe qué más, así que después de un tiempo opte por quedarme callado y dejarle que hablara.

Pero estaba empezando a detestar esto, a tal punto de que no sabía hasta cuándo podría aguantarlo.

Tres años después conocí a Marie en la universidad. Al principio solo fuimos amigos pero una cosa llevó a la otra y un año después, nos terminamos casando. Grave error. Todo iba a viento en popa hasta que empezaron los problemas: ella había empezado a salir con muchísima frecuencia, a ignorarme y ser tan fría conmigo que dolía. Después de un tiempo me dije a mí mismo que eso no era lo que yo quería, sabía que esto no podía durar mucho tiempo más así que llegue con los papeles del divorcio. Lo irónico de todo esto es que aún no me había divorciado y ella seguía viviendo conmigo.

—¿Qué tal tu día?—le pregunte.

—Bien.

—¿Y el bebé? —Le pregunté.

La razón del porqué aun vivía conmigo y yo postergue el divorcio fue por el bebé.

—Con muchísima hambre.

Suspiré resignado, ni una conversación se podía tener ahora. ¿En que cojones habré estado pensando cuando le pedí matrimonio?

—Estoy tratando de ser amable, podrías hacer lo mismo.

—Pues fíjate que no me apetece nada serlo en este momento. Así que agradecería que cerraras la boca y me dejaras comer tranquila.

Conté hasta diez mentalmente para calmarme, esa mujercita siempre me sacaba de quicio.

—Cuando estés de mejor humor, quizás podríamos a hablar. Estoy tratando de ser amable contigo, me estoy preocupando que tengas un lugar dónde estar ¿Y así me lo agradeces? Ándate a la mierda.

—Justin.

—Terminare de cenar en mi habitación.

Me paré de allí y cogí mi plato dejándola sola. Esto no era justo. Yo no tenía porqué estar aguantando malos tratos por parte de ella. Si bien las cosas entre nosotros ya no funcionaban aún así me preocupaba por ella, por darle un lugar donde dormir y comer. Estaba cansado de toda esta mierda, ella albergaba a mi hijo en su vientre pero no la quería a mi alrededor. Necesitaba espacio, necesitaba mi casa.

****

—¿Mala noche?

—Como no tienes ni idea, Roberto.

Roberto era prácticamente como mi hermano, lo
conocí hace seis años atrás cuando estaba buscando trabajo en alguna cafetería para poder establecerme y pagar un departamento. Él me lo brindó el trabajo que yo necesitaba y nos volvimos cercanos desde entonces. Estuvo ahí para mí en todo momento, le hable de Selena y me apoyó cuando no tenía a nadie. También estuvo ahí para mí cuando decidí casarme con Marie, él obviamente no lo aprobaba porque pensaba que no era la indicada y que ella era un dolor de trasero. Hasta el día de hoy él seguía pensando lo mismo y yo odiaba tener que darle la razón en estos momentos.

—¿Marie?—asentí con la cabeza.— Sinceramente, te dije que ella sería...

—Un coñazo en el culo—lo interrumpí. —Creo que tendré que hacerte caso más seguido si quiero seguir viviendo.

—Sigo sin entender porqué no te divorcias aún—me dijo.

Me encogí de hombros.

—Por el bebé.

—Que estoy seguro de que ni si quiera es tuyo.

Suspiré con frustración. Sinceramente, estaba cansado de hablar de Marie, del bebé y de todo lo demás. Roberto pensaba que Marie me había engañado y que ese bebé no era mío. Yo conocía a Marie mejor de eso y sabía que no me haría algo así, yo amo a ese bebé con locura a pesar de que no puedo decir que siento lo mismo con la madre. Que

—Venga, mueve tu culo perezoso y vayámonos a trabajar antes de que se vayan los clientes.

—¿Esa es tu táctica para evadir los temas ahora?

—No, es solo que...

—Bien—dijo elevando sus manos en forma inocente—, pero luego vamos a tener una charla tú y yo.

Asentí y decidí concentrarme en trabajar. Sabía que eso me serviría para controlar mis pensamientos y poder concentrarme en todos los cambios que se producían a mi alrededor.

«Remember» |2ª Temporada Wonderland|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora