Capítulo tres |Parte dos|

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Tiempo después se los había comenté a mis padres también, su reacción fue igual a la de Roberto. Claro que ellos estaban felices de que por fin yo estaba empezando a rehacer mi vida nuevamente  y era feliz. No estuvieron de acuerdo en el hecho de que yo fuera a casarme tan pronto según ellos, no les agrado en lo más mínimo y me lo hicieron saber.

Al correr el tiempo yo quise probarles que estaban equivocados así que me casé con Marie y todo funcionó a la perfección por un par de meses. Las cosas entre nosotros habían estado dejando de funcionar por las continuas peleas entre nosotros y de alguna manera, me sentí desconectado de ella. En el fondo supe que ellos tenían razón y me había costado admitirlo con lo orgulloso que soy pero lo hice. Y ahora me encontraba en las consecuencias: un matrimonio destruido.

Aveces me preguntaba qué hubiera sido de mi vida si les hubiera hecho caso. Si hubiera esperado más tiempo, ¿habríamos terminado casándonos de igual forma? Probablemente no. Habría descubrido la verdadera forma de ella y me hubiera terminado alejando. Supongo que las cosas pasan por una razón y no podía cambiarlo.

Descubrí que todo pasa a su tiempo y espacio.

A la mañana siguiente desperté temprano. Era domingo y yo por lo general trabajaba por las mañanas en la cafetería y el resto de las tardes me dedicaba a dormir como un tronco o arreglaba algunos papeles de la empresa de mi padre. Pero cuando entre a la cocina me sorprendí ver a Marie allí desayunando, por lo general ella se levantaba a mediodía los fines de semana.

—Buenos días—dije.

Marie simplemente hizo un gesto con la mano a modo de saludo. La conocía lo suficiente como para saber que aún se encontraba molesta. Dio una mordida a su tostada y habló.

—Me iré como a mediodía, supongo que llegarás a la hora de almuerzo así que no tendrás que verme. Me iré a vivir con mis padres por el momento y me llevaré lo esencial, vendré por lo demás luego. En caso de que te lo estés preguntando,  te mantendré informado sobre el bebé.

—Marie, no es necesario que te marches ahora ya.

Y era cierto. Se podía ir en cualquier momento sin prisas, nunca le di ninguna fecha.

—Lo sé y gracias por la oferta pero no me importa, quiero irme hoy día. Ya hablé con mis padres y me recibirán hoy. ¿No tienes que irte al trabajo?

—De acuerdo—suspiré resignado—. Me avisas cualquier cosa.

—Lo haré, ahora ve y rómpete una pierna—eso en el teatro significa buena suerte, pero ella me lo deseaba con todo el odio del mundo.

Tomando las llaves del coche, cerré la puerta de la casa y conduje al centro de la ciudad. Cuando llegué a la cafetería mi café me esperaba calentito. Los domingos siempre solía llegar diez minutos antes de a que abrieran y Alexander, un compañero de trabajo, me lo tenía preparado junto a una tostada.

—Hombre, hasta que llegas.

—Siempre llego diez minutos antes, lo sabes.

—Pensé que no ibas a llegar y tendría que hacer tu trabajo.

Alexander es sinónimo del Rey teatral. Le gustaba exagerar las cosas y mover sus manos como si estuviera en una obra de teatro. Era gracioso.

—¿No has visto a Roberto?—le pregunté—Necesito hablar con él.

—No lo sé, quizás esté en el baño.

«Remember» |2ª Temporada Wonderland|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora