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19. UNA CHARLA
Y UNA FIESTA.












Intento poner o mejor dicho que se trabe el cinturón de seguridad en el coso ese y no, zafa del agarre e intentó nuevamente con menos paciencia.

—¿Podés?

Y no, no que no ves. Pienso solo pienso y no lo digo, lo intento una vez más. Hasta que siento y veo la mano de Facundo extendiendo sobre la mía sin tocarme obvio.

—A ver, déjame intentar. —pide.

Aguanto más ganas de suspirar derrotada y levantó la cabeza alejándome de ese poco espacio para ver como él tomaba la cinta e intentaba meterla sin éxito en las primeras dos veces. No se lo ve impaciente es más solo aprieta sus labios, como haciendo fuerza, seguido escucho el click y finalmente quedó.

—Últimamente está haciendo eso, no sé por qué. —explica tomando su posición en el asiento del copiloto, gira su cabeza para mirarme—. ¿Estás bien?

No respondo por unos segundos porque estoy intentando saber que exactamente quería hacer ahora. O de lo que quería hablar. Sacudo mi cabeza cortando esa mirada y viendo los autos que teníamos por delante estacionados.

—Sí.

Facundo no dice más nada para ya salir con cuidado de aquel estacionamiento. Nos vamos alejando poco a poco del lugar y comienza a inundar el silencio en el auto. Los sonidos de los autos y del exterior se sienten muy lejanos al estar cerradas las ventanas. El aire apenas se siente así que no puedo evitar hablar para más que nada pedir si podía prender la radio para cortar con tanto silencio porque no sé cuándo bien él pensaba en comenzar a hablar.

—¿Puedo poner algo? —pregunto y lo miro.

El rápidamente me mira asintiendo para poner toda la atención a la calle de nuevo para doblar no sin antes ver qué no viniera nada del otro lado. Recuerdo que no tenía batería, se me apagó en algún momento así que me atrevo a pedírsela a él.

—Ehh, sí. —acepta y busca detrás de la palanca de cambio.

Me extiende su celular como si nada, antes de que lo tome me pide que espere y simplemente pone su contraseña. Al volver a pasármelo no me sorprende que tenga de fondo de pantalla una foto con Clara. Sorpresa sería si no lo tuviera. Entró a Spotify, el suyo, lo último que tenía en escucha era una canción que no conocía. Una banda al parecer, quisiera ver qué escucha y sé simplemente que no es el momento. Busco mi playlist que la tenía pública y sin más le doy a reproducir aleatoriamente. Por fin me siento un poco más tranquila y dejó su celular a dónde estaba antes.

Minutos después comienzo a dudar si realmente él quería hablar de algo porque estamos a unas pocas cuadras de llegar a mi departamento y él no había dicho nada, así que simplemente eso me cansa un poco más.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora