37. REENCUENTRO.
17 DE ENERO.
Pagó el Uber, me bajo del auto y miro el edificio dónde mí mamá vivía hace bastante, inhaló y exhaló antes de dirigirme hacía la puerta. Con la mano libre sacó mí teléfono para mandarle un mensaje avisando que estaba abajo, esperándola.
Ruego que ella este, no le avisé que vendría, pero es prácticamente obvio que su hija iría a verla en el día de su cumpleaños. Aunque, no sé, ahora que lo pienso, para mí mamá lo obvio no es tan obvio para ella.
La esperé como ocho minutos o más porque tan solo tardó tres minutos en responderme que bajaba a abrirme, comienzo a perder la paciencia ahí abajo porque se supone que tendría que ser un lindo día el de compartir el día de tu madre. Sin embargo, con mamá todo era tedioso, tenso, esperaba que hoy esté en esos días que sí está bien, como esos días de navidad donde se permitía no zafarse de las cosas que decía.
Finalmente la veo bajar las escaleras y dirigirse hacía el portón viéndome con una media sonrisa, aún no sé qué podría significar hasta que la escuchó.
—¡Amelita! —exclama abriendo el portón a tope y abre sus brazos esperando que me acerque—. ¡Hola, amor!
Me alivia, está bien.
—Feliz cumpleaños, ma. —saludo y rompí el abrazo cuando escuché el ruido del papel que envolvía la torta, advierto—. Cuidado.
—¡Ay, pero no! No tenías que comprar nada. —murmura observando lo que le extendía, alza la mirada y sonríe finalmente—. Gracias, amor. Pasa, pasa.
Una vez que tomo mi regalo de cumpleaños, sé que es poco, pero con mí mamá es todo complicado. No sé bien que le gusta ahora y es casi como una tradición que yo le trajera la torta.
Ya dentro de su departamento se puede apreciar el olor a limón, seguro se levantó temprano y estuvo ordenando, limpiando todo. Le doy una mirada completa porque no recuerdo la última vez que estuve acá, generalmente cuando nos vemos siempre fue en casa, donde vive papá, ya que al ser ella la que se quiso ir de la casa hace muchos años papá se quedó allá.
—¿Cómo estás? ¿Todo bien?
Giré mí cabeza al escucharla, la veo adentrarse al lugar donde está la cocina y la sigo asintiendo.
—Si, todo bien. ¿Vos bien? —pregunte viéndola meter la torta en la heladera—. ¿Alguien te dijo que venía?
—No, no le avisé a nadie. Tal vez algunas amigas, pero por la tarde. —cuenta y cierra la puerta para mirarme—. Sabes que tu tía muy social, no es.
Asiento varias veces con la cabeza para mirar que había algunas cosas encima de la alacena, como estar empezando a cocinar.
—¿Qué comemos? —pregunte con una sonrisa tratando de cambiar mí estado.
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Frenesí | Facundo Colidio
Fanfictionsobre la naturaleza embriagadora y absorbente de una relación intensa y sobre todo apasionada.