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12. DE AMIGA.




Al salir de pilates, tuve que asistir ya que el mes casi se vencía y solo había ido unas muy pocas veces así que decidí venir esta tarde. Solo eran tres días a la semana y apenas comencé hace dos meses. Y justamente este mes lo dejé de lado con todo lo que pasó con Martin, su auto, el trabajo y Colidio.

Básicamente en este mes abandoné lo que era mi rutina, así que hoy lunes 28 de agosto quería volver a tener una coherencia en mi vida. Lo que no era esperable al terminar mi tarde era tener mensajes justo del nombrado anteriormente, Facundo. Miento, si, era esperable. Comenzaba a esperar que él me escribiera o que me dejara una llamada perdida como lo hizo la última vez. Era raro, muy raro. Raro de la forma como nos estamos comportando. Sin embargo, creo que nadie realmente quería hablar, así como tal... Tampoco es que había algo para hablar.

Tenía un mensaje de él, que me envió hace como dos horas, preguntándome si era en serio eso que le dije que iría a su departamento. Ay si, eso.

Había olvidado que en un momento de desquicio en mi casa se me ocurrió la brillante idea de seguir vigilando a mi ex, quien me cuerneo, quien sabe que le arruiné el auto y quien aún me busca. Si, lo hace, sigue con los mismos mensajes que hace semana viene mandando. Y es que todavía quiere que le dé esa oportunidad. Y yo... Bueno, yo respondí a algunos, pero nada más.

A pesar de lo que me hizo no podía desechar automáticamente todo sentimiento porque sé que tardaría algo más en no sentir nada por él.

La verdad es que yo quiero creer que mientras eso suceda podría ver si él realmente sigue siendo el mismo imbécil, que sería verlo en aquel edificio como aquella noche en que fui al departamento de Facundo. Por esa razón fue que hablé con él si podía pasar unos días por ahí a observar específicamente. Claramente a Facundo no le conté la historia tal cual, solo inventé que le quería hacer alguna cosa más.

En la vereda del gimnasio pienso que hacer, eso lo pensé ayer. Hoy ya no sé si quería saber del idiota de Martin. Así y todo quería ir allí y verlo con mis propios ojos. Por lo tanto, me pido un Uber para ir a esa dirección de aquel edificio al cual conocía hasta por dentro, casi sin querer.

Quince minutos después le doy dos golpecitos secos a la puerta esperando que abra, por un momento se me cruza la idea de que pasaría si en realidad no estaba él sino ella. Su novia. ¿Qué le diría?

Facundo me mencionó en la primera charla a su novia, pero nunca la vi, nunca escuche que hiciera algo o que ella se pasara por su departamento. O tal vez solo él no la mencionaba. Dejó de pensar en eso al momento que escuchó el ruido de llaves del otro lado seguido de el destrabo y la puerta se abrió dejándome verlo. Hasta ese momento nunca imaginé que el verlo me puede levantar el ánimo u algo así, pero al verlo allí causa algo definitivamente. Lo que faltaba.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora