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33. AÑO NUEVO,
NUEVO INTENTO.





La caminata a caballo de vuelta al lugar entre Facundo y yo es súper silenciosa. El silencio es entre nosotros nada más porque creo que las otras personas venían hablando cerca y ni hablar que podía escuchar en el silencio la risa de Eva. Intentando desviar el foco de atención en ella y no parar de pensar que a Colidio lo tenía detrás solo puedo pensar y pensar en todo lo que me dijo. A la vez sabía que no iba a dirigirle la palabra porque lo escuché, pero también sentía que eso no me alcanzaba para mí.

Está bien, él me dijo que era mentira lo del acuerdo y así y todo aún seguía dudando de todo. Me era muy raro, todo, pero tampoco podía evitar pensar en porque no me busco inmediatamente para explicarme todo eso, me hubiera agarrado con menos enojado y tal vez, tal vez, me hubiera deshecho en frente de él y disculpado. No sé, no puedo decir que hubiera hecho porque en eso él tiene razón, no sé cómo iba a actuar, él no lo sabe tampoco.

A diferencia de la ida, la vuelta es más rápida y cuando menos me doy cuenta ya llegamos al punto de partida. Primero se baja claramente él y ahí nuevamente siento presión, no sé cómo me bajaría de ahí hasta que veo su mano extendida.

—Hace lo mismo que hiciste para subir, pero al revés. Saca tu pie izquierdo y ahí bajas. —me indica con mucha tranquilidad.

Está vez siento que tengo menos pánico, capaz ya rompí el miedo que tenía de pensar en subirme a un caballo. Lo hago, me sostengo de la montura y tomo aire para sacar mi pie rodeando el caballo y antes que pueda pensar como haría para bajar, siento su mano en mi muslo y la otra en mi cintura.

—Dale, te tengo.

Su voz a diferencia de la subida me tranquiliza, tal vez sea porque al escucharlo hablar obligadamente ya no lo voy a demonizar tanto.

Bajo de ese animal con la idea de que tenía las manos de Facundo sobre mí, al pisar el suelo sus manos se alejan y cuando me giro para agradecerle solo me quedo como una pelotuda al ver la forma en que el me miraba.

Me asusta un montón lo que pienso en ese momento así que desvío mi mirada hacía otro lado dando un paso hacia atrás para alejarme de él y murmuró un pequeño "gracias".

Poco después me reencuentro con Eva quién parecía la chica más feliz del mundo por haber vivido está experiencia, un poco la envidio. Para mi, no fue tanto como pensaba de horrible, pero tampoco es que fue lo mejor que pudo pasarme. Estaba claro que a ella le gustaba más los animales que a mí y por eso las reacciones eran únicas.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora