23

1.9K 157 72
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





23. DEMOSTRANDO


No puedo creer lo que estaba haciendo. La verdad, no lo creía, pero siento que era muy cosa de mujer siempre estar haciendo cosas que nunca lo harías por ganas propias. En este preciso momento me encontraba en la habitación de Tatiana mirando, casi como a escondidas un partido, un partido de River. No lo quería admitir abiertamente, pero sí, lo estaba viendo porque Facundo me lo pidió.

Iban casi media hora que me estaba comiendo este partido en el que iba a rendirme y seguir con mi noche. Es decir comenzar a prepararme porque con Tati y dos amigos más quedamos en ir a un bar a tomar algo y comer algo. En ese momento estoy dispuesta a levantarme de la cama ajena cuando escucho que el comentarista decía que Facu finalmente iba a ingresar. Fácilmente me freno, me siento en el borde de la cama para asegurarme de que escuche bien. Y sí, escuché perfectamente porque la cámara enfoca como Facundo comenzaba a arreglarse la camiseta a medida que escuchaba la indicaciones que le daban de cerca.

Miro el tablero del canal para entender que era el segundo tiempo y que faltaba por lo menos diez minutos y algo más para que terminara. En eso miré mi teléfono para ver qué eran las ocho y diez de la noche, sabía que saldríamos de acá antes de las nueve así que dudaba de que pudiera terminar de ver este partido antes de salir.

Me banque todo el partido para que lo metan diez minutos antes de que termine. Esto era peor que ponerme a mirar un partido de fútbol cuando yo no era esto.

—¿Y?

Giro mi cabeza asustada y nerviosa como Tatiana entraba a su habitación.

—¿Está jugando?

—Recién. —apenas respondo.

Ahora comenzaba a ponerme nerviosa porque el equipo contrario se estaba acercando demasiado al arco y algo me decía que se lo iban a empatar y la verdad ahora no quería eso con Facundo en la cancha.

—Bueno, por lo menos está ganando... —menciona ella.

Sin más se marcha y vuelve a cerrar la puerta de su habitación. Vuelvo mi vista a la televisión.

¿¡Por qué ahora estaba nerviosa!? No entendía nada si soy Paola Argento en el fútbol.

Justo cuando estaba pensando en lo peor, lo peor pasa, se lo empatan y el reloj ya estaba marcando los 45. Acá me desmayo, yo no necesito crear dependencia en otra cosa, menos en un equipo de fútbol.

Siento que no puedo estar sentada, me quiero comer las uñas, pero no puedo. Me hice la semis permanente ayer, no las iba arruinar por un partido.

Temo que el corazón se me acelere más de lo normal y sin darme cuenta ya estoy en frente de la televisión parada esperando que se termine porque no soportaría ver penales. No me pregunten porque, no me gustaban, no los veía, me ponían incómoda. Nerviosa, sea quien sea, nunca veo partidos sin embargo si me pones en unos penales random no lo soporto.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora