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43. ¿QUÉ SOMOS?
Mí cabeza está en cualquier lado dándole vueltas a cierto suceso. Deseo distraerme de eso y querer volver a enfocarme en el estudio simplemente, pero no lo soporto más. Tomó aire y levanté la cabeza viendo cómo Tomas leía mis apuntes como si fueran algo de otro mundo.
—¿Por qué borrarías un comentario de una foto?
Él que parecía interesado en lo que escribí, posiblemente hace más de dos meses, levanta la cabeza lentamente aún con los ojos en las hojas. Hasta que veo como su rostro se desfigura y la mitad la frunce.
—¿Qué? —suelta desconcertado.
—¿Por qué motivos borrarías un comentario que le hiciste a una chica? —pregunte nuevamente ya sin vergüenza.
Vergüenza que debería tener, pero ni ahí, lo que me estaba haciendo Facundo Colidio.
—¿Qué es esa pregunta? —suena confundido aún hasta que se ríe y mira lo que dejé de leer hace como diez minutos—. ¿En qué unidad está eso?
Viro mis ojos y dejó el resaltador a un lado para insistir.
—Dale tarado. Respóndeme eso.
—Ah, ¿Era en serio? —cuestionó confundido hasta que rió y como si fuera tan expresivo se puso serio—. ¿Quién hizo eso?
Mí silencio es la respuesta a su pregunta y lo noto cuando lo veo virar sus ojos seguido se muerde los labios como cansado.
—¿Seguís jodiendo con ese gil?
—Dale, Tomás. Responde, después hablamos de eso. —lo callo y él me mira de mala forma subiendo ambas manos a la mesa.
Se pone a pensar evitando mí mirada hasta que me mira y niega con la cabeza.
—No sé, nunca hice eso. —dice muy convencido me alienta con las manos—. ¿Me explicas ahora?
—Bueno… Subí algo, dejé el celular por un rato para hacer algo acá y cuando lo volví a tomar vi en las notificaciones que tenía un comentario. Comentario que ya no estaba más cuando entré a Instagram, lo borró.
—¿Hizo eso? —pregunta para confirmarlo sorprendido dejando salir poco a poco una sonrisa.
Solo asiento con la cabeza y Tomas nuevamente hace una cara que no es la más amable. Sé lo que piensa, no le cae Facundo y probablemente sea mutuo.
—No sé, Amelia... Nunca borré un comentario. Supongo que si tengo que hacerlo será porque pensé que me desubique con el comentario o algo así.
—Solo me comentó dos caritas. —me quejó desilusionada y hablo sin entender—. No puede ser eso.
