x. goodbyes

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❪ 𝖾𝗅𝖾𝗇𝖺'𝗌 𝗉𝗈𝗏 ❫

—Cass, ¿quieres huevos fritos? —preguntó João. Se había ofrecido a cocinar en estos días antes de ambas nos fuéramos, obviamente con mi supervisión (por si las dudas).

—Sip. —contestó alegre.

—¿Tú, Lena? —me miró a mi mientras tomaba mi café.

—Salchicha, —contesté tratando de no reírme.—, y con forma de púlpito.—añadí emocionada como niña chiquita—. Y con papas fritas.

—Princesa, no soy máster chef. —exclamó mirándome.

—Vo' te ofreciste a cocinar. —me encogí de hombros con una sonrisa.

—¿Salchicha alemana o Inglesa? —¿En serio? Daba igual el país, aunque no pude evitar malpensar.

—La... —no terminé por qué me acordé que Cassie estaba con nosotros—. la inglesa.

—Yo también quiero salchichas con forma de púlpito. —pidió Cassie.

—De acuerdo. —Lix suspiro—. Você con papas fritas, —me señaló— y tú com ovo. —señaló a Cassie.

Ambas asentimos y chocamos los cinco por debajo de la mesa. Había sido un plan que ambas habíamos ideado.

Era como una despedida, pues ambas íbamos a extrañar a João bastante, y admito que yo también lo voy a extrañar, aunque no lo iba a aceptar en voz alta.

Veíamos como João iba de un lado a otro cocinando y yo obviamente supervisando de que no se cortará o que no intentará quemar la cocina o la casa.

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—¡Dímelo! —João gime frustrado.

—Na' —la pelinegra sonríe al verlo sufrir. Llevaban así casi treinta minutos.

—¿Qué te cuesta? —inquiere el mayor.

—Pues que no siento nada.

—Una vez, só uma vez. —pidió el mayor.

—Te quiero. —la pelinegra casi se ríe.

—¡Dijimos “te amo", no “te quiero"! —se quejó sacándole una sonrisa.

—Conformate con eso. —Elena le sacó la lengua como niña chiquita, y ante los ojos del mayor eso era ella.

—Você é insuportável às vezes, mas eu te amo assim.

La argentina lo miró confundida, solamente había entendido “te amo”, cosa que claramente se podría mal interpretar si no sabía lo demás. Por más que no lo demostrará, se sintió ¿feliz? ante lo dicho por João.

—No entendi ni la mitad de lo que dijiste, —le hizo saber—, asi que la tuya por si las dudas.

Para el futbolista ya era costumbre que Elena le responda con eso, era como una tradición como si fuera de años.

—Quando você vai parar de me dizer isso? —inquirió. No le molestaba, en lo absoluto, le parecía divertido verla frunciendo el ceño sin entender lo que decía, o que tratará de adivinar.

—Mira, a mi me hablas en español, eh. —le advirtió tratando de sonar enojada, aunque eso le pareció tierno al mayor.

—Olvídalo, princesa. —le dijo lo último con acento portugués.

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—Tenés dos opciones. —la mayor se sentó en una silla frente a la cama de su hija.

MINE; joão félixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora