xi. accepting reality

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❪ 𝗈𝗆𝗇𝗂𝗌𝖼𝖾𝗇𝗍 𝗇𝖺𝗋𝗋𝖺𝗍𝗈𝗋'𝗌 𝗉𝗈𝗏 ❫

Había pasado dos meses desde que Elena comenzó su gira, yéndose de Reino Unido y gracias a Cassie seguía hablando con João.

La rubia decidió darle una oportunidad a Jack cuando su madre dió tres conciertos en Manchester, se dieron el tiempo de conocerse mejor y para su suerte tenían bastante en común, incluso su forma de hablar. Aunque la infanta hablaba más como argentina, pero se entendían y eso era lo importante.

Y también Cassie había comenzado la escuela, y aunque su padre le había dicho que podía quedarse en Manchester a estudiar prefirió irse a Barcelona, que no era mala idea pero estaría un poco separa de Elena.

João seguía dedicándole goles a ambas, y aunque haga cualquier cosa Elena siempre era un poco borde con él, pero cuando estaban con Cassie eran totalmente diferentes. Se trataban bien, bueno más bien Elena lo trataba bien.

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—Cassie se pondrá feliz. —respondió Elena por el teléfono. João le había contado que había vuelto al Atlético de Madrid, eso significaba que estaba en España, y las dos Paredes estaban en Barcelona. No estaban tan alejados.

—No tanto, estaremos separados igual. —contestó.

—Y, ella va a pensar diferente, vos sabés cómo es ella. —se encogió de hombros mientras se lanzaba en el sofá.

—Sim, dile que pronto iré a verla, tal vez pida permiso o algo así. —rió por lo bajo al escuchar como la menor se tiraba al sofá.

—Dale, igual, si no podes venir no tenés por qué escaparte, eh. —advirtió. La menor sabía que el portugués era capaz de hacerlo, y debido a como estaba él con el club definitivamente se lo negarian.

—¿Y si tú y Cass vienen a vivir a Madrid? La gira ya terminó. —suguirió. La pelinegra junto a su hija se quedaban en Barcelona, era tranquilo y no salían mucho, además de que la infante podía tener sus clases privadas mejor sin estar moviéndose tanto.

—Paso. —se negó. No quería irse a Madrid, y tenía razones, una de ellas era que no quería estar de nuevo en la misma casa que João.

—Lena, llevamos meses estando separados, —indico—, deberiamos vernos, y tú sabes para qué.

La menor no pudo evitar malpensar eso, no era a nada a lo que se imaginaba, solamente se iban a tomar unas historias para instagram o fotos. O también ella iría a su partido.

—Cortala, Lix. —lo llamó por el apodo que había usado desde hace un mes. Aunque al principio se negó de hacerlo, ya se había acostumbrado.

🦭

Llámame cuando sienta' que lo nuestro está perdido
Solamente estoy pa' ti
Me ha jodi'o' el corazón, lo ha dejado roto en do'

La mayor se lamentaba haber dejado a su hija que ponga música. Pensó que pondría música tranquila, no de este tipo, total no era su culpa, pero si de George.

La infanta cantaba como si hubiera tenido una relación fallida, aunque eso era más de su madre, parecía que ella sufría más.

A dejarlo me niego (Me niego)
Baby, dime qué yo tengo que hacer pa' verno' 'e nuevo

Cantaba la rubia con todo el corazón mientras que la pelinegra sonreía.

—No te dejaré con George, nunca más. —advirtió bajandole un poco el volumen.

—¿¡Porqué!? —inquiere medio enojada. No la había dejado sentarse adelante y ahora ya no dejarían que esté con su tío.

—Número uno, cantas canciones de desamor como si estuvieras dolida, y el dolido es George. —recalca con su mirada en el camino.

—¡Pero son buenas canciones las dolidas! —contraataca indignada.

—Entendible, —le da la razón—, pero no deberías re sufrirla como George.

—Vos decís que las canciones transmiten sentimientos. —se encoge de hombros.

—Ya, pero... —se quedó callada, no encontraba algo que decir—...pero el dolido es el tarado de Goggy, no vos.

—Ponele. —susurró la rubia sin creerle.

🦭

No había nada que hacer para la pelinegra. Estaba tirada en su cama sin hacer nada, no tenía sueño y ni siquiera sé había cambiado de ropa. Tampoco tenía ganas de hacer nada.

Miraba hacía el techo desde hace veinte minutos, no pensaba en nada, solo miraba.

—Cass ya se durmió. —avisó el pelinegro entrando a la habitación—. ¿Que haces, tarada? —pregunta confundido al verla.

—¿Querés la verdad? Ni idea. —responde sin verlo.

—¿Problemas en el amor? —inquiere—. Mira que yo soy bueno dando consejos y escuchando, eh.

—¿Vos? Ponele. —contestó sin prestarle atención.

—Déjame adivinar, pensas en el portugués ese. —eso hizo que la pelinegra se sentará en su cama y lo mirara.

—¿Cómo?

—Ojo de loco no se equivoca. —bromea mientras se sienta al lado de su hermana—. Sos mi hermana, es obvio que te conozco como la palma de mi mano.

La pelinegra lo miró—. Tenes razón. —aceptó.

—¿Viste? Ahora contame qué te hizo el pibe. —pidió.

—Él no hizo nada, —contestó—, yo lo odiaba y vos lo sabes, pero desde que comencé a interactuar con él...todo un quilombo en mi mente. —añadió dirigiendo su mirada hacía la pared.

—¿Te gusta João? —pregunto dejando a la pelinegra sin palabras.

¿Le gustaba? Según ella no, pero ahora no podía pensar lo mismo, incluso cuando escucha canciones de amor siempre le recuerdan a él. Todo lo que vea le recuerda a él.

—¿Si te digo que no me creerías? —inquirió.

—Listo. João te trae gobernada. —indicó sonriendo.

La argentina no hizo nada más que asentir—. Digamos que sí, pero solamente estamos por un contrato.

—¿Y si renuevan el contrato hasta el 2030? —inquirió sacándole una risa a su melliza.

—Él seguramente diría que no, o pensaría que es una broma.

—Me has mostrado sus chats, se nota que él te quiere dar y no abrazos. —la pelinegra le golpeó en el hombro.

—Sos como medio boludito ¿no? —pregunto. Ambos se bromeaban así, pero la cantante estaba en crisis emocional y no quería más bromas.

—Bue, era broma, eh. —se medio quejó—. Aunque admite que es la verdad.

—Abrazos me da, no lo otro. —admite.

—Elena, ¿Te pensas que yo soy estúpido? —inquirió fingiendo estar indignado—, él te quiere dar, y no abrazos. —advirtió—. Solo que vos no te das cuenta, típico de una bostera.

—Exclama el leproso. —contraatacó.

—Hermanas así para que enemigos. —contesta.

—¿Que decís? Tenés a la mejor hermana del mundo. —responde haciéndose la indignada mientras se lleva la mano al corazón para hacerlo más dramático.

—Me tocó bostera y que le gusta un portugués, —responde—, y encima que no acepta que la tienen gobernada.

MINE; joão félixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora