Capitulo 2 | parte 2

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—Das toda tu alma por una lasaña.


—Toda mi alma por un almuerzo decente.


—Tú siempre puedes venir a mi casa. Mi mamá te adora. La clase es arriba, por cierto —dice viendo que nos estamos alejando de las escaleras.


—Ve tú, quiero descansar cinco minutos.


Mi siguiente clase era historia. Consulté el horario y supe que sería impartida por la misma profesora del año pasado. Era una anciana que siempre entraba tarde y los primeros días no decía nada de importancia así que tenía tiempo para ir al patio.


Afuera del edificio unos cuantos chicos correteaban una pelota, nunca le había encontrado el chiste al soccer, me parecía un deporte estúpido. Reconocí a uno de los jugadores, era un año mayor e intentó ser novio de mi amiga. Él alzó el brazo para saludar y yo me limité a sonreírle y apartarme. Lo que menos quería era ser acribillada con sus preguntas sobre Roseanne, sobre sus gustos con los hombres, sobre sus flores preferidas y esas tonterías para las que Felix siempre me buscaba.


Mi parte favorita de la escuela era un lugar apartado del bullicio habitual, donde estaban unos cuantos troncos actuando de bancas bajo la sombra de un árbol gigantesco. Ese lugar era usado por los estudiantes que fumaban a escondidas en el turno vespertino, pero durante la mañana no había nadie rondando cerca.


Me acosté en un tronco alargado, era el lugar perfecto para que nadie me viera. Busqué en mi móvil la lista de reproducción y deje que la música superara el volumen de seguridad a través de los auriculares.


Respiré profundo disfrutando mis cinco minutos de libertad y dejando que las canciones de Twice suprimieran el sonido de mis pensamientos.


(...)


Cuando abrí los ojos supe dos cosas.


1) Me había quedado dormida.


2) Me habían descubierto.


Una mujer morocha me miraba fijamente. Me levanté de un salto y guardé el móvil.


—Profesora lo lamento yo...


¿Qué le digo? ¿Qué le digo?


Ella arqueó las cejas y me estremecí ante su mirada que tenía una mezcla de desaprobación y burla.


—Me sentía mal —dije lo primero que se me vino a la mente.


— ¿Enserio? ¿Necesitas ayuda? —lo dijo en un tonito que más bien daba a entender, "que pretexto más estúpido".


Sentí el calor subir por mis mejillas seguido de un ligero mareo.


—Tengo que ir a clases —murmuré tomando mi mochila que había caído aun lado.

SI FUERAS MIA | JireneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora