- Capítulo 3: El Primer Indicio

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—¿Qué te gusta?


Me quedó toda tonta mirando la larga hilera de autos frente a nosotras mientras que me exprimo el cerebro por encontrarle el sentido y la respuesta a su pregunta.


—Señorita Kim... ¿está aquí?


—Dígame.


Volteo a verla. Grave error. ¿Será que nunca me acostumbraré a sus condenados ojos?


Ella mueve la cabeza despacio y me mira con cierta preocupación.


— ¿Qué clase de comida te gusta? —Pregunta impaciente— No sé si estas enferma o sólo me estas ignorando.


—Estaba distraída —comento mientras finjo que veo mis manos— En realidad hay un establecimiento de comida rápido muy cerca de aquí. Sólo hay que doblar en la siguiente calle... y se evita el tráfico hacia el centro.


—Perfecto —murmura ella.


Llegamos al sitio 10 minutos después.


Al verme entrar Suho, que está detrás de la caja, comienza a mover los brazos en el aire efusiva mente para llamar mi atención. Mi mano temerosa le regresa el saludo.


Hay unas cuantas mesas ocupadas, al ver que es la profesora Bae quien me sigue la conduzco hecha un manojo de nervios hasta el lugar que yo ocupo habitualmente cuando voy a comer ahí.


Enseguida una muchachilla con mechas azules se acerca a ofrecernos el menú, si mal no recuerdo se llama Dahyun. Yo estoy segura de lo quiero, en cambio mi profesora, ante mi mirada perpleja, es excesivamente amable con la chica e incluso hace un par de bromas mientras pide pollo frito. Y le sonríe, le sonríe a esa niña extraña que ni siquiera conoce. Su primera sonrisa no fue para mí... repentinamente ya no tenía hambre.


Me sentía molesta y triste a la vez, no podía decir los motivos exactos. Era como si una fuerza oscura me estuviera oprimiendo el pecho. Respiré hondo y trate de invocar mentalmente un colorido paisaje, donde había flores, verdes valles, una pequeña granja... era la descripción del dibujo a medias que permanecía sobre el caballete en mi habitación. Pero los colores, las sombras, todo lo demás que las palabras no pueden capturar era lo que tanto me costaba plasmar con pintura. Necesitaba atrapar la paz de esa imagen sobre un lienzo.


—Vaya... de nuevo me estas ignorando —la escucho decir.


—Perdón... me quedé pensando...


— ¿En él?


Descaradamente señala hacia Suho, quien en esos momentos veía hacia nuestra mesa. Cuando mis ojos se encontraron con los suyos el bajó la vista muerto de vergüenza.


Niego rápidamente con la cabeza.


—No.

SI FUERAS MIA | JireneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora