capítulo 8 | Parte dos

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Me quedé boquiabierta. Ella continúo:

—No te gusta ver la tele ni disfrutas del cine como la mayoría, tú eres más bien una chica de caminar por el mundo con los auriculares puestos. Eres pésima con los idiomas, odias el deporte, detestas a los animales pero tienes una mascota y pese a que no la soportas fuiste tú quien la compró y eres tú la que se hace cargo por el simple hecho de que estarías sola en casa si no fuera por ese gato, ¿cómo dijiste que se llamaba? ¿Luli? ¿Lolu?

—Lily—digo con un hilo de voz.

—Lily —repite ella.

—No puede ser —susurro anonadada.

— ¿Y? ¿Cuál es mi porcentaje de aciertos?

— ¿Está jugando conmigo?

Ella arquea las cejas en un gesto de franca coquetería.

—Si dices que soy un fraude demando a mi profesor.

—Acertó en todo.

— ¿Qué me dices de tus habilidades musicales?

—Fue una etapa de metalera durante mi adolescencia.

Ella me estudió con la mirada.

—No te imagino con perforaciones ni mechas rojas.

—Pero los tuve —admití.

Sonríe.

—Entonces soy realmente buena en grafología.

—¿Hay algo que no le haya dicho la forma de mi letra?

—Si.

La miré interrogante.

—Tu número de teléfono —dijo haciendo un gesto de frustración— supongo que me dormí durante esa lección.

—Pues entonces tendrá que repetir el curso.

—No lo creo —y al decir esto sacó de su bolso un móvil idéntico al mío.
Revisé el bolsillo de mis jeans, no era un teléfono igual al mío. Era el mío.

— ¿En qué momento...?

—Es mi secreto —dijo mordiéndose el labio.

Cerré los ojos intentando hacer memoria. El teléfono lo guardaba siempre en mis pantalones y no había forma de que ella llegara ahí, excepto por... me ruboricé.

—En la biblioteca.

Ni siquiera había sentido sus manos en esa parte de mi cuerpo.

Recuperé mi celular.

— ¿Consiguió desbloquearlo?

—Por supuesto.

— ¿Me dirá como o es un secreto?

—Si te lo diré, pero luego. Quiero dejar una conversación pendiente.

—Tenemos tiempo para conversar ahora.

Ella niega y me sonríe.

Es tan raro verla sonreír de esa manera después de que había estado haciéndome la vida cuadritos en clases.

—Tienes muchos problemas como para llegar tarde a casa, creo que te espera una larga conversación con tus padres.

Instintivamente comienzo a tomar refresco para pensar que me toca decir.

¿Sabrá lo que ocurrió con Roseanne en el baño? Por supuesto que tenía que
saberlo, toda la puta escuela se había enterado.

—No hay mucho que hablar... fue un chisme es todo.

Ella me mira de una forma que no me gusta para nada. Es obvio que no me
cree.

—Un chisme bastante sólido si me lo preguntas. Realmente me sorprende que el director no las hubiese echado a puntapiés del colegio.

Estaba casi segura de que mi padre fue la razón por la que no lo hizo.

—No tenía pruebas.

—No hacen falta pruebas cuanto los hechos te acusan.

Me resultaba increíble lo voluble que era el estado de animo de mi profesora.

Hablábamos de mi etapa metalera y de un rato a otro ya me estaba juzgando por el chime que recorría los pasillos del colegio. No sé si era bueno o malo pero resultaba evidente que no se andaba por las ramas, ella creía ciegamente en los rumores sobre mí y no se molestaba en disimularlo.

—Y había bastantes hechos en mi contra —me atrevo a decirle— de alguna forma lo que ocurrió en la mañana también llegó a oídos del director.

—Yo se lo dije —declaró sin inmutarse— no me pareció adecuado su
comportamiento con la señorita Park, creo que para cada cosa hay un lugar y en una institución de aprendizaje no caben noviazgos de motel.

¿Qué diablos estaba queriendo decir y por qué me dolían tanto sus palabras?

Tuve el impulso de gritarle, de abofetarla, de soltarle que era una metida chismosa, pesada, odiosa... pero de todo había algo que me importaba más.

—No estaba besando a Roseanne, es mi mejor amiga pero solo eso —le digo,
porque realmente es lo único que quiero decirle— jamás la he besado, no tengo ningún romance con ella... ni lo tendré.

Mi profesora me escudriña con la mirada por un largo rato.

— ¿No te van las mujeres?

—No me va la señorita Park.

Le respondo sin pestañear, sin ruborizarme, sin bajar la vista. Tengo medidas mis palabras y el sentido de mi oración. Por primera vez es ella quien desvía la mirada.

Vaya, lo ha pillado a la primera. Es tarde para arrepentirme.

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SI FUERAS MIA | JireneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora