capítulo 9: Necesito de ti

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No puedo mover mi cuerpo, o más bien no quiero. Siento que estoy en una nube demasiado alta como para arriesgarme a caer. Tengo miedo pero también estoy feliz. Es una combinación absurda. Pero si uno lo piensa bien, todo en este mundo es absurdo, las razones de nuestra propia existencia son demasiado ridículas para ser tomadas enserio y contra todo pronóstico aquí
estamos, flotando en un universo sin fin.

Paso el resto de la tarde suspirándole a mi habitación vacía recordando el
almuerzo junto a mi profesora, recordando sus gestos, su sonrisa, su mirada... Dios, era demasiado perfecta para ser real.

Y saldría esa noche, no quiero ni pensar en qué plan, con la estúpida meserita de pacotilla. Mis pensamientos comenzaron a dirigirse por un camino que me trastornaba.

Como mi único escudo busqué mis auriculares y dejé que las canciones me envolvieran, era imposible que la profesora saliera de mi mente, pero al menos me deshice de su amiguita.

Cerré los ojos, escuché dos álbumes enteros de Melendi antes de que se
abriera la puerta de mi habitación con la fuerza de un tornado.

—... tengo un buen rato llamándote —alcancé a escuchar su reprimenda
mientras me quitaba los audífonos.

—Perdón yo...

Ella se sentó en la cama a mi lado.

—Necesito saber qué pasa con Roseanne.

Vaya, otra que no se andaba por las ramas.

—Nada mamá. Ya lo dije en la oficina del director, yo no la besé.

Ella suspira tratando de apaciguarse.

—No hay nada malo si lo hiciste...

—No la besé.

—Confía en mí...

—No, mejor tu confía en mí, no la besé... ella y yo... somos amigas, nada más. No me interesa de otra forma.

—Bien, te voy a creer, solo quiero que sepas que tu padre y yo te apoyamos, incondicionalmente en cualquier cosa. Vamos Jisoo, tu puedes contarme lo que quieras...

Una fugaz visión de Bae Irene me nubla la vista.

—Ya lo sé mamá.

Ella no se va, me mira en silencio, hay algo en su forma de verme que no me gusta para nada.

— ¿Qué tienes? —se decide a preguntar.

—Nada —respondo rápido.

Se levanta y comienza a caminar por mi habitación, ni siquiera pone mala cara al ver manchas de pintura sobre la alfombra, por lo que concluyo que está buscando algo, algo que le diga lo que yo me niego a confesarle.

Contempla la pintura sin terminar.

—Llevas mucho tiempo con esté ¿no?

Asiento.

—Casi no he tenido tiempo de pintar... ya sabes, mucha tarea.

—La profesora de literatura—lo dice como si esa fuera la explicación a los
problemas del mundo entero.

Asiento y recuerdo el extraño encuentro en el colegio.

—¿Ya la conocías? —pregunto casi sin pensar.

Ella continúa mirando el cuadro, como si no me hubiese escuchado. Estoy a punto de formularle la misma pregunta cuando me responde.

—No.

Hay tantas cosas dichas en ese "no" que me pongo nerviosa. ¿De dónde
conoce a mi profesora? Y ¿Por qué lo niega?

—Hace rato me dio la impresión de que no era la primera vez que se veían.

Ella se gira hacia mí.

—La gente se pone nerviosa cuando ve a un policía, y más los criminales...

¿Qué estaba tratando de decirme? De cualquier forma lo que menos me
pareció Bae Irene era nerviosa, más bien las dos se miraban con el
mismo nivel de intenso odio.

Cada vez que conversaba con alguien sobre mi profesora de literatura surgían nuevas dudas. Esa mujer era un completo misterio.

—Recuerda lo que dijo el director... no más escenitas de esas con nadie. Ya hablaré personalmente con Roseanne para que se ande con cuidado.

Iba a salir de la recamara cuando me atreví a preguntarle:

—¿Qué pasa si resulta que me gustan las chicas? —las palabras salieron
atropelladas.

Pero ella lo entendió y volvió sobre sus pasos para sentarse de nuevo junto a mí.

—¿Quieres hablar de alguien en particular?

Bajé la vista avergonzada, tal vez era demasiado pronto para formular esa
pregunta, pensándolo bien ni yo misma sabía lo que quería.

Me encojo de hombros.

—Solo pregunto.

Ella suspira.

—Jisoo. Si tuvieras una relación con una chica tu padre y yo tendríamos
exactamente el mismo conflicto que si fuera un chico —me toma de la mano—No estamos preparados para verte con alguien. Sea hombre o mujer. Pero tu felicidad siempre va a estar por encima de todos nuestros prejuicios.

Tengo el impulso de volver a dirigir la conversación hacia Bae Irene. Me
invade la necesidad de saber más sobre ella, durante todo el almuerzo
habíamos hablado de mí, como la vez anterior. Pero insistir con mi profesora encendería los focos rojos en mi madre, después de todo era detective, tenía un sexto sentido que la hacía atar cabos con suma facilidad.

Se despidió plantándome un beso y de nuevo volví a fijar la vista en el techo, me sentí flotar hasta muy tarde en la madrugada cuando el sueño me atrapó, al día siguiente, sin embargo, fui la primera en despertar, y no tenía una pizca de hambre.

Quería ir lo antes posible al colegio pero la idea de reportarme enferma
también me tentaba. ¿Cómo reaccionaría Irene al verme? Ayer
evidentemente había quedado en shock cuando le dije que no me interesaba Roseanne con una mirada bastante significativa, ni siquiera sé por qué lo hice, me sentía envalentonada, ella hablaba sin tapujos y quise, por un instante, ser
igual de directa, pero el tema no fue el más indicado ¿cómo tenía que
reaccionar yo al verla? ¿Fingir que nada paso para que sus pensamientos sobre mí y mi declaración perdieran fuerzas? ¿acaso eso quería?

¿Retroceder?

¿Volver al principio?

De nuevo sentía nauseas.

Miedo, cariño, ansiedad, deseo, rencor... yo era un manojo de emociones incontrolables que irremediablemente terminaban posándose sobre mi profesora de literatura.

Pero fue ella la que fingió que nada había pasado, durante su clase estuvo igual de fría y calculadora, apenas y me miraba lo necesario para hacerme preguntas, como si fuera cualquiera dentro de ese salón y no pude evitar cuestionarme: ¿a cuantas chicas de mi clase ya se ha llevado a almorzar? El
estómago se me encogió y apreté los puños, inexplicablemente rabiosa.

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P⃟A⃟R⃟A⃟D⃟Y⃟S

SI FUERAS MIA | JireneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora