Capítulo 12: Ella Juega Contigo

40 6 17
                                    

Se dio la vuelta y se fue.

- - . . .





- ¿Es una daga esto que veo ante mí con la empuñadura hacia mi mano? Ven, déjame tomarte. No te tengo y aun así te estoy viendo. Visión fatal, ¿acaso no eres tan perceptible al tacto como a la vista? ¿O no eres más que una daga del sueño, una falsa invención producto de una mente febril?

Se pasea entre las hileras de escritorios con un libro abierto en las manos. Lee, pero he notado que muchas veces se queda mirando a sus alumnos sin dejar de hablar, por lo tanto estoy convencida de que aquel texto lo conoce de memoria.

Este día ha hecho lo que mejor le sale.


Fingir que nada pasó.

Ella me confunde al punto de enloquecerme.

La sombra de un beso que nunca llegó aún está adherida en mis labios... y sabe a deseo.

Suspiro y desvío mis ojos. De nuevo, sin darme cuenta, me había quedado mirándola hipnotizada, tengo que aprender a controlarme o todos se darán cuenta de eso que yo misma me he negado a admitir.

El tiempo que dura la clase es ridículamente corto.

Guardo mis cosas despacio, cuando me llevo la mochila a los hombros todos se han marchado.



La profesora Irene está en el pizarrón borrando las anotaciones de la clase,


no puedo creer lo cerca que estuve de ella, incluso que cuesta creer que sea real. Dios, es demasiado perfecta.

Se gira y por un segundo mi presencia la perturba, así como ella hace conmigo tan a menudo.

- ¿Desea? -pregunta alzando la ceja y con un tonito despectivo.

A usted.


Respiro profundo.

-Me gustaría saber cómo quedamos -digo titubeante.

Me mira como si fuera una tonta, mientras mi ser se debate entre golpearla o besarla.

Gira sus ojos hacia la puerta que permanece abierta.

-Hablaré con usted después.

Entiendo su preocupación y también volteo a ver la salida, algunos alumnos cruzan veloces el pasillo para llegar a tiempo a sus respectivas clases.

-Nadie va a venir...

Me muevo despacio hacia ella.

-Hablaré con usted después.

-Nadie va a venir -repito cada vez más cerca.

-Señorita Kim por favor, salga de aquí.

Me mira fijamente. En sus ojos hay nervios, preocupación, deseo, incluso miedo... pero ninguna emoción que sea acorde a sus palabras, no hay nada en su mirada pidiéndome que la deje, así que no lo haré.

De nuevo sus ojos van hasta la puerta, el pasillo ya está casi desierto. Es muy temprano para que la energía de los alumnos se propague afuera de las aulas.

-Nadie va a venir -y lo repito una y otra vez porque sé que eso es lo que ella necesita escuchar.

De nuevo nuestros ojos hacen contacto.

SI FUERAS MIA | JireneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora