Odio el supuesto cariño,
que la gente me trate como a un niño.
Odio despertar siempre en la misma pesadilla,
esperándote en aquella esquina, observando tu partida.
Ya no volverás jamás, estás muerta todavía,
los ángeles me advertían tu ida.
Adiós al amor, adiós a la vida...
Adiós a nosotros...
Que tengas buen día.
No quiero volar,
no quiero soñar,
quiero estar junto a ti y desgarrar tu piel,
que se llene de sangre la luna de miel.
Depresión...
No quiero sonreír,
no quiero cantar,
pero unos choques a tu alma voy a dar,
con este inmenso dolor.
¿Regresarás?
Odio la felicidad de los demás,
me echan en cara su alegría,
después de lo que haré solo habrá flores marchitas.
Detrás de esa puerta enorme,
la gente dice que los aterrorizo,
siento como si debiera entrar,
y enviar a esas personas al abismo.
El temor en la ciudad se siente,
está pasando algo incoherente.
No quiero bailar,
no quiero saltar,
quiero tu corazón congelado para llevar,
amo la fragancia del elixir natural.
El pueblo está preocupado,
pues alguien mato a unos cuantos.
No voy a llorar,
mucho menos lamentar,
si fui culpable ya no me puedo disculpar.
Lo tuve que hacer antes de que huyeras con él.
Dijiste que me amabas, pero que yo no razonaba y no te podía entender.
Mis ojos vidriosos están, la droga aquí está
al igual que los enfermos de variedad,
el cuarto es blanco, mis manos rojas son,
tu aliento se fue y tu suspiro también.
Las alucinaciones terminaron ya
Al igual que mi culpa mental.
Pero la condena más grande he de llevar
Por amar a quien no podía agradar.
Quiero estar contigo una vez más
decirte te quiero otra vez
pero sé que moriré y te encontraré
¿Tal vez?