My big love

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Ella era una chica grande, con 100 Kg de amor,

se sentía tonta y fea, tenía mucho temor,

cuando se llenaba de penas, bajaba al comedor,

sus inseguridades le causaban dolor,

pues en su época de escuela siempre encontraba algún acosador.

La joven recién titulada buscaba trabajo,

su madre estaba enferma y tenía un estatus muy bajo,

aunque era amable, su ánimo siempre estaba cabizbajo,

sus vestimentas no eran más que un andrajo,

cuando la veían por largo rato se sentía un bebistrajo.

Estudió, filosofía y letras, ahora daría clases en una prepa,

desde niña su sueño siempre fue ser maestra,

aunque se avergonzara de que todos la vieran, lo haría,

era paciente, pero distraída, por eso la gente de ella se reía.

Sus compañeras eran todas muy guapas, comían ensaladas,

y eran divertidas, pero otras de ellas groseras y caprichosas,

en la sala de descanso se encontró con otros profesores,

chocó accidentalmente con una puerta tirando sus libros,

le ayudó a tomarlos, un atractivo profesor que llevaba cigarros.

Cuando sus manos se cruzaron, ella le miró,

dio un suspiro, su corazón cautivó,

el hombre sonrió y siguió su camino,

todos allí observaron la escena tipo novela,

su ahora amiga le hizo una pregunta obscena.

La chica regordeta, no conocía otros placeres, salvo la comida,

era muy linda aunque ella no lo veía,

no quería verse en el espejo, así misma se mentía,

pero su rostro era angelical, lleno de inocencia,

su madre la educó con decencia.

No solo su rostro destacaba, pues sus ojos azules miraban al alma,

su cabello recogido era como una cascada de oro,

y su piel blanquecina resaltaba con todos los colores.

Cuando caminaba por los pasillos iba con calma,

con tanta gente en medio chocaba con todo como meteoro,

los alumnos mal educados la llamaban "La res".

Un día de lluvia estruendosa se acercó su amor platónico,

le habló con un léxico romántico, pero hizo caso omiso,

su corazón se encontraba melancólico.

Estaba esperando la llamada del hospital donde estaba su madre,

le contó al hombre sobre el abandono de su padre.

Quiso alegrarle, pero distraída, tiró el celular desde el segundo piso,

cayó por el barandal, justo cuando sonó la llamada del hospital,

arrastrado por la lluvia debajo de un carro fue a dar,

la chica corrió rápidamente y detrás el profesor.

Intentó sacarlo, pero por su tamaño fue imposible,

entonces el profesor le ayudó, ambos se empaparon,

y fueron lentamente a la sala temblando,

contestó la llamada, destrozando su mirada de ilusión,

al colgar un par de lágrimas derramó, su compañero la abrazó,

en un momento inexplicable sus miradas se cruzaron,

y en las sombras dejaron ver un beso.

Ella se sintió como en un sueño,

al día siguiente no quería ni verlo,

sintió tanta pena de hacerlo,

creía que no merecía el amor,

entonces un nuevo profesor llegó.

Un hombre de piel tostada, con una talla de su talla,

con cabello largo y rizado, con acento caribeño,

él se enamoró perdidamente de ella,

y ella trató de corresponderle, pero no sentía nada,

intentaron ser pareja más solo dejaba que la besara.

Ningún beso se comparaba al de su amor platónico,

y este solo miraba al intento de pareja con un rostro antipático,

pues este le quería, pero si ella no quería no la obligaría,

la chica se sentía muy mal, se decía así misma,

merece algo mejor.

Tras largos meses de agonía y desesperación,

la chica cayó en cuenta de que no tenía aceptación,

entonces se amó primero y su corazón cambio,

dejo de mentirse y la tristeza se acabó,

su amado nuevamente fue a su lado.

Defendiéndola de los otros que tenían miradas burlescas,

pero ella le reprendió, con fiereza se levantó,

y sin titubear se defendió, sintiéndose fuerte al fin comprendió,

y al hombre declaró su amor, este sin dudarlo le respondió,

no lo habías notado antes, pero eres hermosa,

y puedes brillar, mi gran amor.

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