Capítulo 18

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Oscuridad

—Sara Wayne.

Sintiendo el sudor en mi rostro, parpadeo somnolienta, observando a mi alrededor. La garganta seca y los pulmones ávidos de aire indican la opresión de la oscuridad, y me doy cuenta de que la noche persiste todavía.

La mitad de la luna se asoma por la ventana, adornada por pequeñas gotas que se adhieren a ella, revelándome que la lluvia ha llegado.

Un ruido en el techo me hizo estremecer, mientras el miedo se apoderaba de mí. La pesadilla regresó a mi mente en destellos: la muerte de mi madre y los difíciles tratos de mi padre después de su fallecimiento.

Fue como si mi vida hubiera pasado en 1 segundo por mi cabeza.

Otro ruido más fuerte resonó por las paredes que tuve que taparme los oídos mientras sentía mis ojos escocer.

—Solo fue una pesadilla..—me dije a mi misma.—solo son truenos..

Mi cuerpo temblaba, sudando frío. Incapaz de volver a dormir, me levanté temblorosa, guiándome con la tenue luz lunar. El suelo frío estremecía mi piel y un pitido constante llenaba mis oídos mientras me dirigía hacia la puerta.

Entré a un vasto pasillo, la inquietud palpable en el aire. Con cautela, me dirigí hacia la puerta de Megan. Al abrir, descubrí una cama vacía, y mi intento de llamarla se vio interrumpido por un estruendoso rayo. Sobresaltada, cerré los ojos con fuerza, deseando que la noche concluyera pronto. El sudor hacía que mi pelo se adhiriera a la piel, pero sin importarme, salí nuevamente. Al acercarme a la puerta de Emiko, me di cuenta de que estaba cerrada con llave, evitando golpearla para no perturbar a nadie, mientras el pasillo se sumía en una oscuridad cada vez más profunda.

Sin razón aparente, mis pies me llevaron hacia una dirección conocida: la puerta que extrañamente reconocía. Aunque dudaba, abrí el pomo adentrándome en el cuarto oscuro, iluminado solo por las ventanas rectangulares.

Mi cuerpo entero se tensó al escuchar una voz ronca a solo unos pasos de mi.

—Qué haces aquí—resonó una voz calmada pero firme por las cuatro paredes, dejándome paralizada. Sin decir palabra, cerré los ojos, cuestionando la sabiduría de haber venido a este lugar.

Mis oídos se agunizaron al escuchar el crujir del muelle de la cama, indicando que se había levantado. Sus pasos se acercaban, y su presencia frente a mí hizo erizar mi piel, sintiendo un calor inquietante.

Sentí una mano cálida en mi barbilla, obligándome a levantarla. Con temor, abrí mis ojos y me encontré con sus ojos oscuros mirándome fijamente, brillando intensamente.

—Que haces aquí—volvió a repetir.

Mis palabras se evaporaron en el aire, dejándome sin habla, mientras una sensación de cosquilleo se apoderaba de mis labios. Un intenso calor se extendió por mis mejillas, ahora teñidas de un tono rojizo, al recordar en mi paladar el inconfundible sabor de su boca. Parpadeé repetidas veces, retornando al mundo real, donde de fondo el sonido melódico de la lluvia resonaba como un eco de mi desconcierto.

—Yo..—tragué sonoramente evitando su mirada.—No puedo dormir sola.

Al escuchar su suave y ronca risa, dirigí una mirada extrañada hacia arriba. Sus ojos oscuros, hermosamente entrecerrados, dejaban ver el brillo de sus dientes blancos en la oscuridad, acompañados por una sonrisa burlona que me dejó embobada una vez más. Mi corazón parecía latir con una fuerza inusual. Sin embargo, esos pensamientos que me absorbían fueron interrumpidos cuando volví a la realidad. Arqueé una ceja al comprender el motivo de su risa.

Only Us (Jara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora