Only Us (Jara)

Capítulo 20

Hola de nuevo

-Hikaru Kobayashi.

El ambiente se impregna de un olor asfixiante a podrido, la presión del aire se hace notoria, y mi flequillo se adhiere incómodamente a mi frente por el sudor. Mi estómago ruge, solicitando desesperadamente agua o comida, ya que creo que ha pasado más de un día sin que ingiera nada.

Siento un dolor agudo en mi costilla y pecho con cada respiración. Es evidente que esos hombres han fracturado tres o cuatro costillas. La sangre de mi cabeza se desliza por mi mejilla, sumándose al mareo que nubla mi percepción.

El dolor se arraiga en mi pecho al rememorar el golpe en la mejilla que Emiko recibió. Me sentí impotente, ya que pude golpearlo, pero no pude matar a ese imbecil.

-Prepárate niño, pronto vendrá el jefe.

No sé porque pero tengo una ligera idea de quien viene.

Un día antes..

La luz del sol se filtra por la ventana, inundando mi habitación y despertándome con su resplandor. Con un bostezo, estiro cada uno de mis huesos, dejando que la somnolencia se disipe gradualmente. Mi mano busca la botella de agua en la mesita de noche, calmando la sed matutina con un sorbo fresco.

La noche anterior fue intensa. Emiko y yo compartimos momentos, pero las palabras sobre nosotros, nuestro futuro y las decisiones pendientes quedaron suspendidas en el aire. Desde que nos acostamos, el silencio ha sido nuestro único compañero, un velo que envuelve las conversaciones no pronunciadas y las preguntas sin respuesta.

Mientras observo la luz del día que se expande en la habitación, me pregunto qué nos deparará el futuro y cómo abordaremos las incertidumbres que yacen entre nosotros. El sol brilla en el horizonte, pero la claridad en nuestra relación aún espera a ser descubierta.

Porque, ¿que somos ahora?

¿Pareja? ¿Amigos? ¿Amigos con derecho?

La quiero, más de lo que podría admitirle pero, todavía no la recuerdo, ni a ella ni a los que me rodean entonces, ¿como podría estar con ella sin saber nada de su vida?

La mente es un laberinto de recuerdos, y a veces, cuando la pienso, pequeños destellos del pasado atraviesan mi pensamiento. Son como luciérnagas efímeras, destellando rápidamente, pero los rostros de las personas que aparecen son difusos, como si estuvieran envueltos en la bruma del tiempo.

Las voces también se entrelazan en esta danza de recuerdos, pero suenan distorsionadas, como si fueran ecos lejanos. Es un vaivén de memorias que se deslizan a través de mi conciencia, dejándome con la sensación de que hay fragmentos de historias que intentan emerger, pero permanecen esquivos.

En este constante fluir de recuerdos, intento atrapar esos destellos fugaces, descifrar las voces distorsionadas y reconectar con fragmentos de un pasado que se despliega ante mí como un rompecabezas incompleto.

Quiero recuperar la memoria, revivir mis recuerdos con Emiko.

El sol acaricia mi rostro, recordándome que he estado absorto en la contemplación del vacío durante un tiempo considerable. Su luz se intensifica gradualmente, y el cielo adquiere un tono azul más definido. Mi reloj biológico me arrancó de la ensoñación a las 6 am, y ahora, al observar la hora en mi reloj, constato que son las 7:57 am.