18 de Enero

388 52 9
                                    

En tres días más, Tom se va... y no he podido hablar con él. Se me hace un nudo en la garganta que me impide decirle las cosas. Es... horrible.

Ahora estoy sentado a la mesa, jugando con el cigarrillo encendido entre mis dedos, pensando. Quiero a Tom. No sé por qué... después de todo lo que hemos pasado, aún lo quiero... demasiado. Pero...

¿Sabes lo que se siente estar entre la espada y la pared?

Soy de esas personas que son capaces de ignorar su propia felicidad si con eso pueden hacer felices a alguien más... pero ahora... no estoy tan seguro de poder seguir con ésto.

— Bill —la voz de Andy me distrajo un momento, desde el pasillo—. Hay alguien en la puerta que te busca.

Me levanté sin siquiera responderle, aferrando el cigarrillo y pasando de largo frente a él. Últimamente había estado mudo y ausente de todo. Creo que la distancia entre Tom y yo me afectaba en demasiados aspectos de mi vida.

— ¡Billy! —unos brazos pronto me apresaron. No pude reaccionar; dejé que me abrazara y me elevara un poco del suelo, mientras reía alegremente— Tanto tiempo sin verte, chico... ¡Pero mira nada más! Has dejado de ser un crío.

Por fin pude reconocer su voz: ¡Era Anis!

— Oh, Dios —sonreí, correspondiendo el abrazo—... no puedes ser tú.
— Créelo, niño. He vuelto para seguir molestándote.

Me separé un poco, volteando a ver a Andy, quien nos veía confundido y hasta un poco... molesto.

— Andy, él es Anis —los presenté, sin desdibujar mi sonrisa—. Él es...
— No me lo tienes que decir. Éste debe ser tu novio, ¿no? No creí que te gustaran más jóvenes que tú. ¿Ahora eres un asalta cunas?
— ¿Qué? ¡Claro que no! —Andy echó a reír mientras mi rostro se tornaba ligeramente rojo e inflaba las mejillas, como cuando me molestaba alguna broma— Es el hermano de...
— Es mi hermano —la puerta se cerró a nuestras espaldas, de golpe. Era Tom. Se acercó a mí, con gesto molesto. Me rodeó de la cintura, aferrándome a él y estrechó de mala gana su mano—. Yo soy el novio de Bill. Y tú eres...
— Oh, puedes llamarme Bushido. —sonrió amistosamente... y Tom no pudo si quiera fingir gusto por conocerlo.
— ¿Se puede saber qué haces aquí?
— Bueno...
— Tom, no empieces —le recriminó su hermano, mostrándose fastidiado y reprobando su actitud—. Es un amigo de Bill...
— Tranquilo. Creo que puedo manejar la situación por mí mismo —le interrumpió él, siempre animado—. Soy un viejo amigo de tu chico. Estoy de visita en la ciudad y decidí pasar a verlo. La última vez que lo vi fue durante el funeral de su madre. Hace ya tiempo de eso y quería asegurarme que estaba bien.
— Bueno, ya has visto que está de maravilla. Puedes irte.
— Tom —le vi un poco molesto. Me separé de su lado con trabajos y me acerqué a Anis, tomándolo del brazo para llevarlo al comedor, seguido de Andy—. Perdónalo. Espero te quedes más de un par de días...
— No tienes qué disculparte. Es tu novio y es normal que se ponga celoso —rió leve, sentándose pesadamente en una de la sillas—. No te preocupes por eso. Me quedaré un buen tiempo por aquí.

Desde la mesa pude ver el gesto molesto de Tom. Parecía echar chispas por los ojos... ciertamente daba un poco de miedo.

Esperé que se fuera y que Andy saliera, como ya era su costumbre, con Juliet, para hablar con Tom.

— ¿Por qué te has molestado? Es sólo un amigo. —me senté a su lado, escuchando las notas distraídas que le arrancaba a su guitarra.
— Te gusta.
— ¿Qué? —pregunté en una risilla.
— Te gusta. —repitió serio, sin dejar de tocar.
— Es sólo un amigo, Tom.
— Eso no es un no ni un sí.
— No me gusta.
— Sí, claro. —emitió una risilla burlona, dejando la guitarra de lado.

Se encerró en la habitación, dejándome solo en la sala.

Creo que... lo nuestro ya no tiene futuro, Tom.

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora