04 de Mayo

329 46 3
                                    

Hoy Andrew y Georg pasaron a recogerme para ir al aeropuerto a esperar a Tom. ¡Estaba tan nervioso! Mis manos sudaban y no podía dejar de retorcerlas; de mirar por la ventana y sonreír tímido. Hacía unas horas que Tom me había mensajeado, diciéndome que estaba ya en el aeropuerto; que ansiaba verme y abrazarme y saber de mí... ¡y eso me había hecho sonreír como estúpido y sonrojarme y sentir miles de mariposas en el estómago!

A Andy le causaba ternura, pero también me veía con cierta tristeza, mientras Georg se alegraba y le daba gracia. Decía que me veía como un niño pequeño... y le gustaba molestarme y reírse de mí.

Apenas llegamos, corrí entre toda esa gente y esperé a que anunciaran la llegada del vuelo de Tom. No pasó ni media hora cuando lo escuché. Escuché que anunciaban el vuelo donde él venía, pero a él... no lo veía por ningún lado. Me giré a la derecha e izquierda... pero nada. ¿Y si había perdido el vuelo? Suspiré y giré para dirigirme hacia donde estaban mis amigos, cuando un par de brazos me atraparon, sobresaltándome un poco. Sin saber por qué, empecé a forcejear, sintiendo un miedo repentino, hasta que le escuché murmurarme dulcemente.

— Me alegra tanto verte de nuevo...

¡Era él! ¡Era Tom!

Me giré a abrazarlo con fuerza y reír de emoción. Tomé su mano y le ayudé con una de sus maletas; le acerqué a Andy y a Georg, quien lo recibieron con una enorme sonrisa y un abrazo. Subimos todo al vehículo y nos detuvimos en un pequeño café frente a un parque de esos que la gente ya no acostumbra visitar seguido. Mientras los chicos ordenaban algo para comer, Tom y yo nos perdimos en el parque. Nos tomábamos de la mano y caminábamos por el senderillo de piedras, platicando de todo un poco, hasta que él tocó el tema de mi memoria.

— No he podido recordar nada —confesé apenado—. Pero... encontré algo.
— ¿Qué encontraste? —preguntó con interés, deteniéndose a la sombra de un gran árbol al final del parque.
— Un cofre de recuerdos —sonreí bajando la mirada—. Un cofre lleno de fotografías y cartas. Un cofre lleno de nuestros recuerdos —se quedó callado, desviando el rostro cuando levanté la mirada—. ¿Por qué no puedo recordar todos esos momentos, Tom?
— Créeme que no quieres recordarlos.
— Pero... éramos felices, ¿no? Todas esas cosas me dicen que fuimos felices —suspiró, bajando la mirada—. Yo creo que fuimos felices.
— ¿Quieres saber la verdad? —asentí despacio, jugando con el cuello de su chaqueta— Lo éramos... hasta que lo arruiné.

Mordí ligeramente los labios, sin creerle. ¿Cómo es que alguien tan perfecto como él podía arruinar las cosas? Entonces, sonreí, sin verle al rostro.

— Y... ¿podríamos volver a intentarlo?

Sus manos rodearon lentamente mi cintura y se apegó un poco más a mí, sonriendo. aunque no lo veía, sabía que estaba sonriendo.

— ¿Hablas en serio? —asentí— Bien —se separó un poco y, haciendo una reverencia un poco torpe, tomó mi mano y clavó su vista en mí, sonriendo—. Mucho gusto. Mi nombre es Thomas y necesito decirle que usted me ha enamorado.

Sonreí como estúpido; me sonrojé al extremo... y no supe qué decirle más que "tonto" y abrazarle. Decirle que me gustaba... y que quería empezar de nuevo con él. Que me gustaría empezar a su lado cuanto antes, a lo que él me dijo que fuéramos con calma; que ahora no había prisa por nada... y yo acepté.

Después de todo, ya habíamos estado juntos una vez. Eso quería decir que, tal vez, fuésemos el uno para el otro y podríamos esperar lo que fuera. Al final de cuentas, terminaríamos juntos.

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora