15 de Abril

341 52 1
                                    

"¿Te dije que era malo para llevar diarios? No he llevado registro de los últimos días. No es que no quiera, es solo... que ya no has dado señales de querer despertar. Me pregunto si te has rendido...

Andreas salió hace tres días y ahora está en su casa, descansando, aunque diario llama para saber de tus progresos, aunque sean nulos. Andy, mi hermano, viene a suplirme cuando me convencen de ir y dormir un poco.

Anis por fin se acercó a mí el día de ayer. Me pidió que siguiera como hasta ahora: cerca de ti. Que sabía que yo era un idiota infeliz cabeza hueca (se pasó todo el rato que pudo restregándomelo) que había cometido varias estupideces contigo... pero que aun así era justo que me quedara a tu lado. Que si despertabas, sería más por mí que por los demás.

Espero que sea cierto.

Hoy por la mañana, nos permitieron a todos entrar  a verte. Estaban Gustav y Georg a tu derecha, seguidos de Anis y su esposa; Ria y Nathaly a tu izquiera, seguidas de Andreas quien yacía sentado en la silla, todavía con la pierna enyesada. Y yo... yo estaba recargado en el muro, observándolos en silencio y esperando que Andrew regresara de casa.

Todo mundo estaba con el alma en un hilo... creo que nada más no echaban a llorar porque ya lo habían hecho días atrás y, en caso de que abrieras los ojos, lo primero que vieras fueran sus sonrisas y no sus lágrimas.

Yo rogaba porque despertaras pronto; suplicaba que regresaras en ti cuanto antes.

Y me escuchaste.

Moviste tus dedos lentamente, de nuevo. Esta vez frente a todos, lo que los puso locos de alegría. Yo no te vi... pero lo sé por lo que decían. También vieron entreabrirse tus labios, jalar un poco de aire... y suspirar.

¡Suspiraste, Bill! Y terminaste por susurrar un nombre. Mi nombre.

Todo mundo volteó a verme mientras Andy, que acababa de llegar, salía de nuevo para avisar a los médicos que habías despertado.

Yo no supe cómo reaccionar cuando Anis fue y me obligó a acercarme. Sólo sé que mis ojos se cristalizaron, amenazando con dejar libres las lágrimas mientras una sonrisa estúpida y esperanzada se dibujaba en mi rostro. Tomé tu mano y me incliné a besar tu frente antes que volvieras a perderte. Antes que volvieras a dormir.

Sigue intentando, pequeño. Sigue intentando y lograrás despertar..."

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora