03 de Mayo

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Todos estos días, Tom ha cumplido su promesa. Ha estado llamando durante la mañana y la noche, para desearme buen día y buenas noches y a lo largo del día, me inunda de mensajes. A veces, cuando se nos terminan las buenas conversaciones, hablamos de tontería y media sin sentido. No importa. Me gusta. Me hace reír; me hace sentir bien y, aunque esté del otro lado del país, no me siento solo.

Me gusta.

Lo quiero.

Hoy he hecho limpieza en mi clóset. Encontré un cofrecito de madera al fondo, cerrado con un candadito plateado con las iniciales "T" y "B" grabadas en la parte trasera. Algo me decía que no tenía que abrirlo; que lo mejor sería dejarlo ahí y volverlo a cubrir con las prendas que ya no uso y hacerlo perdedizo... pero la curiosidad me pudo más y terminé sacándolo. Dejé botado todo lo que encontré y me senté en el suelo. Como no recordaba dónde había podido quedar la llave que abría el candado, tuve que arreglármelas para abrirlo a la fuerza.

La confusión me inundó al ver todas aquellas cosas ahí dentro: fotografías, cartas y una llave colgando de una fina cadenilla de plata. Tomé cuidadosamente las fotos, con manos temblorosas y mis ojos se cristalizaron al ver en ellas a Tom. A Tom conmigo. Abrazados, riendo, sonriendo tontamente; tomándonos de la mano y sentados uno al lado del otro... besándonos. Eran recuerdos perdidos de momentos felices. Momentos que, por alguna razón, mi mente había borrado por completo. ¿Por qué?

Pasé los dedos delicadamente por encima, como si pudiera tocar aquellos instantes; como si pudiera palpar todo lo perdido... cuando de pronto, mi móvil sonó.

"Tom. ¿Leer?"

Dejando de lado las fotografías, traté de concentrarme en su mensaje.

"¡Hola! Adivina... ¡mañana mismo empiezo a arreglar mis cosas para volver! ¡Aceptaron transferirme! Dios... estoy tan contento... por fin podré verte de nuevo. Ahora sí irás a recibirme al aeropuerto, ¿verdad?"

Sonreí, limpiando una lágrima que había resbalado por mi mejilla al ver todas esas fotos.

"¿En serio, Tom? ¡Es fantástico! ¡No puedo esperar a que estés aquí! ¡Y claro que iré a recibirte! Tengo tantas ganas de verte y tanto qué contarte..."
"¿Enviar? - Enviado."

Apreté los labios, volteando a ver de nuevo el cofre. Alargué la mano y tomé una de las cartas, dudando en leerla o no porque, de pronto, aunque todo aquello tuviera mi nombre escrito por todos lados, sentía que estaba husmeando en la vida de alguien más; en una vida que no me pertenecía.

Antes de poder abrirla, el móvil sonó de nuevo.

"Tom. ¿Leer?"

Suspiré.

"¿Muchas cosas que contarme? ¿Recordaste algo? Ya mañana por la tarde estaré contigo."

Sonreí de lado. Tomé la carta y la abrí, leyendo solamente la primer línea: "para mi amado pequeño..."

"No es que haya recordado algo. Todavía no puedo recordar mucho. Tom... tú y yo teníamos algo más que una amistad, ¿verdad?"

Apreté los labios una vez más, dudando en enviar el mensaje. Al final, decidí cambiarlo.

"No es que haya recordado algo. Todavía no puedo recordar mucho... pero tengo mucho que contarte. No puedo esperar a que estés aquí."
"¿Enviar? – Enviado."

Dejé el móvil sobre mis piernas y empecé a leer la carta, dibujando una sonrisa melancólica y soltando un par de lágrimas de tristeza al no recordar nada.

La carta decía así:

"Para mi querido pequeño.

No sabes lo mucho que me haces feliz. Me has regalado una enorme luz de esperanza. Te has convertido en mi ángel guía en medio de la oscuridad que es mi vida. Ya sabes por todo lo que hemos pasado mi hermano y yo; sabes el pandemónium que soy; sabes en lo inestable que me he convertido desde que mi padre me abandonó y cada mínimo detalle de mi vida y también sabes lo mucho que significa tu amor para mí, ¿cierto? Hoy regresé a casa y ya te extraño. Tengo pensado en ir a verte apenas me den el próximo fin de semana. Andrew estará en un campamento, así que no habrá problema en dejarlo.

Gracias por todo. Por cada instante que has compartido conmigo y todo lo que has hecho por mí. Te amo.

A.t.t.e.: Tom."

Éramos algo más; algo que parecía fuerte y unido... ¿por qué no podía recordarlo?

"Tom. ¿Leer?"

El mensaje había llegado hacía minutos y yo apenas lo veía.

"Serás el primero en saber que abordé el avión y serás el primero en verme. Ahora tengo que volver al trabajo... no sabes las cargas repentinas que me cargaron al saber que mañana me voy. Ja ja ja. Más tarde te llamo, pequeño."

Limpié mi rostro con el dorso de mi mano y aunque me fue difícil escribir con la vista nublada, pude hacerlo al tiempo que sonreía.

"Te estaré esperando. No te estreses mucho con el trabajo, ¿de acuerdo? Mañana iré a recogerte. Cuídate mucho, ¿sí?"
"¿Enviar? – Enviado."

No esperé que me respondiera. Me sumergí en esos recuerdos que sentía ajenos a mí... pero que me hacían sonreír.

Quiero recordarlo todo. Quiero recordar lo feliz que era a su lado. Quiero recuperar todos esos momentos y seguir la historia a su lado.


Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora