14 de Mayo

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Hoy, Andrew ha venido a verme. Estaba triste y se notaba que había estado llorando, con lo que terminó de partirme el corazón.

— Hola. —saludó sin ganas, esforzando una sonrisa.
— Andy —le invité a pasar y le ofrecí un café... pero estaba tan mal que lo rechazó y se mantuvo sentado en el sofá con la vista en el piso—. ¿Qué pasa? ¿Has peleado con Juliette?

Negó.

— No. Las cosas con Juliette están bien. Es... Tom.

El corazón me dio un vuelco mientras un sentimiento de tristeza se instalaba en mi pecho, rompiendo en miles de pedacitos las pocas piezas que habían quedado en su lugar.

— ¿Tom? ¿Qué... qué pasa con él? —pregunté revolviendo mis manos, tratando de no quebrarme ante él.
— La pregunta es... qué pasó entre ustedes —levantó su vista a mi rostro, frunciendo el ceño. Estaba enfadado conmigo... un poco, pero lo estaba—. Él cree que recordaste... y tiene miedo que hayas recordado todo lo malo —apreté los labios y desvié la mirada de su vista. ¿Ahora era yo el malo en todo ésto después de todo lo que su hermano me había hecho pasar?—. Está destrozado... está muy mal.
— ¿Ah, sí? Bueno... no debería estarlo. Yo tuve que aguantarle muchas cosas. Todo el tiempo que me ignoró... —reclamé con un nudo en la garganta; impidiendo que salieran las lágrimas y mordí mi labio.
— Entonces sí lo recordaste —murmuró—. Recordaste todo lo malo... ¿y ya leíste lo que hizo después del accidente?
— ¿Qué?
— Leíste el diario, ¿no? —asentí— Entonces debiste leer también las hojas que él escribió —me encogí de hombros, sin responder. Dándole a entender que no—. ¿En qué parte te quedaste?
— En los celos —dije bajo, evitando sus ojos—. No pude ir más allá... porque me dolió recordar.
— Léelo. Si quieres saber las razones de por qué hizo lo que hizo, léelo. Y sabrás muchas cosas —se puso de pie, listo para irse—. Tom se va hoy. Dice que no quiere hacerte sufrir más.
— ¿Te irás con él? —tenía miedo. Miedo de que, ahora que lo recordaba con claridad, se fuera. Miedo de que me lo volvieran a arrebatar.
— Yo me quedaré —por unos segundos, sentí un poco de tranquilidad al saberlo—. Yo me quedaré porque no puedo ir a donde él va. A un niño tonto como yo no lo dejarían entrar a una estancia mental. —mi corazón se encogió de nuevo. ¿Un psiquiátrico, decía?

Quise preguntarle más, pero todo lo que me dijo antes de que se fuera, era que aún tenía dos horas para ir y despedirme de él. Dejó entre mis manos una carta que él mismo me escribió y que había sido incapaz de mandar por correo, así que Andy había venido a entregármela sin avisarle si quiera.

Desdoblé la carta y las lágrimas resbalaron al llegar al leerla. En ella me explicaba que el beso que yo había visto (que estaba seguro que yo había visto), había sido una gran paga para evitar que ella llegara a hacerme algo. "Si no me crees, puedes buscarla. La han echado de la agencia para la que trabajaba porque se han enterado de eso. Quería un beso... un simple beso a cambio de dejarte en paz. Porque, aunque no me creas, ella ya había empezado a seguirte. Sabía todo de ti, Bill. Tenía fotos y tus horarios... yo sólo no quería que llegara al límite de impedirte salir a tomar aire, como había hecho en cierto modo conmigo. Perdóname."

Arrojé la carta y me apresuré a buscarte, pues después de arrojarte, terminaste debajo del asco en el que se convirtió mi pieza, y leí hoja tras hoja después de esa vez que terminamos. Leí las hojas antes del accidente y las que le seguían. Una a una, me infecté de la tristeza y la impotencia que Tom sintió en esos momentos al verme tendido en la cama, sin moverme. Me sentí romper de nuevo... porque me amaba. De verdad me amaba... me amaba demasiado como para haber faltado a su trabajo y quedarse conmigo día y noche; me amaba demasiado como para haberse dejado morir un poco a mi lado, mientras yo yacía casi muerto en el hospital.

Al final, llegué a las hojas donde me explicaba el por qué de haberse hecho pasar por otra persona. Al parecer, cuando Anis le convencía de que descansara un poco, había estado viendo al psiquiatra del hospital, al que le contó todo incluyendo el trauma que le impedía muchas veces, recordar nombres importantes. Una vez incluso olvidó el nombre de Andrew tras años de vivir bajo el mismo techo. Tenía la manía de "escapar" a su modo del estrés y las presiones y una de ellas, cuando se "transformó en otro Tom", le había salido fatal porque eso detonó nuestro primer rompimiento.

No era su culpa. No lo había hecho a propósito. Era una condición que le impedía muchas cosas y que lo estresaban en sobre manera sin que supiera cómo reaccionar. Por eso sus constantes cambios de actitud... no sabía cómo manejarlo o si quiera qué lo detonaba.

No había sido su culpa realmente.

Tomé el móvil y marqué el número de Andreas. Si alguien sabía de modelos, aunque estuviera aún en recuperación por el accidente, era él. Al segundo timbre y recibió mi llamada.

— ¡Bill, hola!
— ¡Andy! ¿Sabes algo de una modelo "acosadora"?
— Bueno, de esas hay muy pocas. Acabo de saber de una... creo que acosaba a un publicista... hu... debió de estar tras Tom. ¡Sí, estaba tras Tom! Ria me dijo que la echaron ayer... pero no me dijo porqué. Me avisó para que no anunciara mi ausencia en tus sesiones. Me habían ofrecido trabajar con ella con muy buena paga ... pero bueno, así es la vida. ¿No? ¿Por qué la pregunta?

No pude contestarle. Colgué y, tomando mi chaqueta, eché a correr por la calle, con las lágrimas nublándome la vista. Tenía que llegar con Tom. Tenía que llegar y detenerlo. Pedirle que me perdonara y que estaría con él para ayudarle a salir del embrollo que le causaban sus traumas; que yo estaría con él como él había estado conmigo... pero llegué demasiado tarde. Cuando llegué, Andy me dijo que acababa de irse.

Me dejé caer de rodillas y le pedí que por lo menos me dijera dónde se había internado.

— Ni a mí quiso decírmelo —respondió apesadumbrado—. Solo me dijo que no me preocupara. Había arreglado las cosas para que yo no tuviera problemas de dinero ni nada... y que me buscaría cuando saliera.

Lloré, bajando la cabeza.

— Lo perdí... ¡Lo perdí, Andy!

Se colocó frente a mí y me abrazó, llorando también.

— No lo hemos perdido... él quiere que seas feliz, pero te aseguro que no te olvidará. Tal vez... vuelvan a verse cuando salga, ¿no crees?

¿Y si me olvida? ¿Y si sus problemas lo hacen olvidarme? ¿Entonces qué haré?

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora