Capítulo 38

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Una llamada era lo único que necesitaba para estar en una tensión permanente. Se me habían venido a la cabeza mis cosas distintas. Demasiados recuerdos. Demasiados momentos que no me apetecía recordar. Demasiadas conversaciones grabadas en mi mente. Imágenes que no se habían separado de mi retina en meses.

Comenzó a temblarme el cuerpo una vez vi su nombre en la pantalla de mi teléfono.

Amatxu.

En estos momentos agradecía estar con Luz, porque supo leerme en cuanto vi su nombre. Se acercó a mí con cuidado y me preguntó qué pasaba, ya que al no saber vasco tampoco sabía muy bien quién era la persona que me estaba llamando.

- Es mi madre - respondí como pude, con un hilo de voz, sin dejar de mirar la pantalla.

- ¿Lo vas a coger?

- ¿Debería? - la miré a ella cuando hice la pregunta, buscando su aprobación de una manera u otra.

- Es tu decisión, Ainhoa. Si no lo coges, nunca sabrás qué es lo que quiere.

Y tenía toda la razón del mundo. Podía imaginarme un poco por dónde iban los tiros después de la conversación con mi abuela, pero tampoco tenía claro del todo qué tipo de conversación buscaría mi madre con esa llamada.

Incluso me sorprendió que tuviera mi número guardado después de estar tantos meses sin recibir ni un triste mensaje por su parte.

Pero me lancé al vacío y cogí el teléfono, con inseguridad.

Carraspeé la voz, intentando aclararla. Y realicé una pausa antes de responder.

- ¿Sí? - fue lo único que fui capaz de decir.

- Hola maitia, ¿Qué tal todo?

Maitia. Hacía tanto tiempo que nadie me llamaba así, que pude notar como se me encogía un poco el pecho al escucharlo.

- Todo bien, ¿Y vosotros? - respondí, aunque sin mucha necesidad de respuesta.

- Vamos tirando.

Se hizo un silencio, un tanto incómodo, entre ambas. No sabía muy bien qué responder. ¿Que me alegraba? ¿Que me daba completamente igual? Pude notar cómo a ella también le costaba producir las palabras.

Pero fue ella quien decidió acabar con ese silencio.

- He venido a pasar unos días a Madrid para ver a la abuela y había pensado en pasarme a verte, ¿Cómo se llamaba el pueblo donde vives ahora?

¿Realmente me apetecía ver a mi madre? Tenía demasiadas dudas en mi cabeza, pero tal como decía Luz, si no me decidía a hablar con ella nunca sabría lo que quería.

- Vera del Rey - fui escueta, una respuesta corta.

- ¿Te parece bien si nos vemos mañana para comer?

Se la notaba ilusionada, con ganas de verme. Sólo esperaba que no fuera una fachada y que realmente fuera así.

- Tengo turno de comidas, podemos vernos después de comer si quieres, sobre las cinco. Acércate al hotel Lasierra y nos vemos ahí.

- De acuerdo hija, nos vemos mañana.

No me dio tiempo a responder, porque colgó antes de que pudiera hacerlo. Podía imaginarme a mi abuela a su lado, sentada en su sillón, escuchando la conversación y comprobando que mi madre realmente hablara conmigo. Sobretodo, porque tenía muy claro que lo más probable era que mi abuela estuviera detrás de todo esto.

Luz estuvo atenta a nuestra conversación en todo momento, con una mirada cómplice y acariciando mi pierna a ratos para poder darme el apoyo necesario. Posiblemente, no lo habría hecho si no fuera por ella, así que debía darle las gracias por ello.

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⏰ Última actualización: Jan 21 ⏰

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